Cuando muchacha supiste vivir

al compás de la música de tango.

Entreverada a bandoneones y guitarras

bailaron junto a vos

muchas historias acompasadas.

Fueron tus clientes

aquellos que pagaron tu amor,

los que bebían contigo en las noches

los tragos caros.

Existieron en tu vida

naufragios en aguas sin deseos.

Fuiste mujer para llenar

momentos y también las ansiedades.

Para ello brindaste, sin querer,

tu cuerpo y tus atenciones

en hoteles y otros lugares

a aquellos empobrecidos de amor.

Ahora con tu edad ya cargada

te das cuenta que pesa, demasiado,

por el correr inclemente del tiempo

y, agobiada, entrás con los años en rebeldía.

Querés vivir, en adelante, otras noches

en soledad, como las mías,

mas nunca mas en hoteles transitorios.