La oferta sigue en pie,
y te confieso que me costo aceptar el caso,
ya sabes… un poco excéntrico,
aunque muy sugerente por ese tecnicismo tan personal:
“… tiene que encontrarme cuando desaparezca”.
Algo sé de rendirle culto a esas sectas apocalípticas,
son como un puñado de animales soberbios…
que se marcan los cuartos traseros para diferenciarse del ganado vulgar.
¿Tan vacía quedaste después del azote de la peste?.
Debes explicarme algunos detalles,
los sórdidos,
las letras encriptadas,
necesito saber que hacer con tu cuerpo una vez lo encuentre.
¿Criogenia?,
¿descansar para siempre?,
no te preocupes,
no voy a cuestionar tu decisión,
… además tienes que firmar algunos papeles,
para evitarme problemas con el triunvirato central.
Te aclaro de antemano…
voy a cuidar tu cuerpo por un tiempo,
hasta que desaparezcan algunas sospechas,
… por si quieres volver,
sin memoria,
sin heridas o cicatrices,
en una ciudad no precisa.
Nos encontramos en la esquina de la séptima con Dioclesiano Dominus,
… llevo una bufanda roja.
Sé como eres,
tengo tu foto en el archivo,
… esa expresión bella y melancólica no se olvida,
y por lo mismo siento que es un desperdicio todo esto…
pero tu pagas,
y para estos efectos el cliente siempre tiene la razón.
(Extensión de vida pos-evento: 32 años sin memoria de acontecimientos finales. Garantizado).
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