Diecinueve años a pie
Un sentimiento inmortal abundando en mi casa, quiere ahogarme en dolor, acabar con mi sufrir, y devolverme a las noches en que podía dormir. Y cuando lloro mas no puedo detenerlo, y mis gritos nada lo intimidan, y sonríe, se burla, y se va, y después vuelve.
Tendría que quemar todos mis libros, para librarme de toda culpa y castigo, ellos tienen muchos nombres y psicosis. Todo me incrimina, me señala abruptamente, me delata.
Sin embargo, sé muy bien que aquellos hombres lo vieron grabado en mis ojos, hinchados de arrepentimiento, pero a la vez furiosos.
Preguntas retóricas, diez mandamientos que cumplir, salidas estipulando, tantas cosas las que caben en una sola cabeza.
Fueron diecinueve años a pie los que hicieron de este un hombre sencillo, honrado, trabajador y respetado, y con sus méritos esforzados lo pusieron en el lugar que hoy ocupa. Pero desde aquel entonces la situación ha cambiado, son pocos los compañeros que se animan a desafiarme, son pocas las mujeres que se atreven a difamarme, son pocos, muy pocos los que siguen creyendo en que soy el mismo de antes.
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