En una esquina de la vida,
un hombre, sentado en un bar,
con los ojos color vino
busca un lugar en el cielo.
(bienaventurada la esperanza
de los ángeles caídos)
Seguramente, un poeta fracasado
que le reprocha a la luna
la partida del río de tu espalda,
esa impostergable ausencia de ti.
Rumia su secreto de confesión
trasegando su otra vida
bajo el paraguas de un martini,
En su matutina ceguera de efemérides,
se profetiza el fin de sus tiempos.
Y como las palabras sacan ideas,
se escucha a si mismo decir
“Oye, no te mueras dentro del otro”