Cómo no recordar tantos momentos tan lindos, bellos recuerdos y dulces momentos que siguen quitándome el aliento, tantas tardes hermosas que se han ido al vacío, cómo no recordar esa dulce mirada que me besaba en cada palabra que tu alma le robaba al cielo.
¿Cómo no recordarte?
Si fuiste mi vida, mi paz, mi guía, mi guerra perdida, fuiste y eres quizá la persona a quien más he amado en todo lo que hasta hora llamaba vida, recuerdo tantas noches como esta, te tenía entre mis brazos, me repetías infinitamente que junto a mi querías pasar tu vida, prometíamos que nuestro amor sería la envidia del infinito, teníamos sueños, ilusiones y esperanzas que día a día cumplíamos.
¿Cómo no recordarlo?
La costumbre de tenerte y amarte era cada vez más grande, los celos y la monotonía no tardaron en aparecer y aun no entiendo de quién fue la culpa, dónde nos perdimos, cómo todo sucedió, qué fue lo que pasó, ¿Por qué mi amor?, ¡por qué!
Los gritos, las lágrimas, las disputas eran cada vez más frecuentes, cada vez, lastimaban más. Yo, que como muchos, juraba que, era diferente, que nunca iba a lastimarte y que siempre iba a amarte y respetarte, fui cayendo en el silencio, en las tentaciones, aquellas que juré nunca cometer.
¿Cómo no acordarme?
Hoy admito que me equivoqué, que fallé y que aprendí mucho de eso, pero, hoy es muy tarde, hoy no puedo llorar ni quejarme de los hechos, mi único deseo era verte feliz, y hoy lo eres, que duro es recordar que hoy, te llaman “mamá”.


El tiempo cobra facturas