Nuestros pasos crean ondas en el pavimento
De múltiples multicolores de aceitoso cuerpo
Los grises daltónados en tornasol convierto
Por consejo de susurros que llegan con el viento

Danzado un grupo de arboles me cede el paso
Mientras sonrientes ramas me palmean en hojas
Grita el sol que siga, por su tiempo escaso
Ocho horas de trabajo, sudor y mejillas rojas

En tornadas peleas se envuelven hojas y gravilla
Muerden rabos, quiebran tallos, giran marginados
Tras el reflejo los espió en la esquina de la orilla
Se apenan percatados y se separan regañados

El horizonte se derrite en suave salmón atardecer
Trinan ahora las estrellas mientras luces aletean
Contra el brillo de media luna en cuarto ellas pelean
Y agotadas se asientan espesadas en turquesa anochecer

Sombras fantasmas efervescen de muros muertos
Faros comunicaciones se advierten en clave Morse
Húmedos demonios despiertan con el mínimo rose
Peligro son los ciegos, segura muerte con los tuertos

Reseca pintura se desprende de las opacas flores
Violentos gritan de dolor gorriones mancillados
Sangrientos arbustos emergen de negros acantilados
La oscuridad ha devorado cantos, juegos y colores

Se levantan golondrinas, gallos, rayos salvadores
Derraman anaranjada sangre que cubre el cielo
Una guerra amanecer extiende iluminado velo
Y calentando pieles colorea ocultos corredores

Cual resurrección nace un día sin memoria
Nuestros pasos crean ondas en el pavimento
Nuevos secretos susurrados por el viento
Pasados ciclos con sentencia absolutoria

Nuevos soles, fuertes vientos, gris cemento
Ven paisajes vestidos de personas aleatorias
Sin más destino que el de vivir en aislamiento



Jaime Carcaño