Hoy desligo todo de mi responsabilidad.

Me depuro de un fragor tremendo que me miente.

Hoy vengo a dejar afuera de todos mis límites los llantos.

Ver desde lejos un lento paroxismo, que se entremezcla con los sabores que quedan en mi mente.

Resquebrajar ideas y también los males. Tomar al toro del amor por todas las astas del mundo en un solo instante desquisiado.

A revolver enjambres y locuras. A desentenderse de todas esas viejas negaciones. A volver la mirada más allá del mundo de tus esquivos amores.

Es un golpear la mesa con fiereza. Si no levantar los nervios junto con las voluntades.

A devolver el aire a un soldado ya desfallecido. A recobrar un aliento de dolor exahusto.

Voy a descartar mi vida en un momento. Voy a arrojar todo el esplendor de mis deseos en un solo lugar lejos de tí, cerca de nadie.

Pido permiso para revivir entre mi muerte. Solicito todas las autorizaciones del universo para sobrevivir a un amarte sin respuestas.

Hoy ya no aguanto más este castigo colosal de sentimientos.

Hoy renuncio a todas mis pretensiones mientras no vengan de ti directamente.

Que se verifique mi sentir entre sollozos. Que un viento huracanado levante todas las glorias de mi querer acumuladas.

¿Qué se debe hacer entre los bosques del lamento?
¿qué luz aparece en una obsesión negra como las propias negaciones?

Amedrentar todas mis lamentaciones. Que un futuro prometa lo que la vida ya me debe.

Que un arrebato de cualquier cosa me devuelva todo lo que es mío.
Que aparezca entre la noche un salvador de mis pesares.
Uno con nombre de mujer irremediable. Uno tan preciso como mis tristezas del presente.