Mayo 2011. Mujeres invisibles.

Está de moda salir del clóset.
Aunque, más que moda, el asunto es complejo porque no estás sola en el mundo.
Dar a conocer tu opción sexual te obliga a encarar el tema con los padres, los hermanos, los tíos, los conocidos, los vecinos, los compañeros de escuela, del trabajo y etc.
Personas que nada tienen que ver, sólo que siempre tendrán que ver, porque el mundo es chico…, y más de un ultra-machista muere por alzar tus sábanas y ver qué haces y cómo lo haces.:¿Cómo sientes placer si tu pareja no tiene pene?, preguntan.
Salir del clóset es una decisión personal, y más qué nada, es la mejor forma de alzar la voz cuando pisotean tus derechos, te discriminan, te despiden del trabajo o te quitan a tus hijos.
Está bien hijita, ¿qué le vamos a hacer?, sólo que por favor, cállatelo, se discreta, dirá tu mamá.
La tendencia es esa.
Silencio o que nadie se entere...
Y algún día la careta se cae y, con las disculpas de rigor a papá y mamá, toca hacer frente a una verdad que puede dejar varios afectados.
La homofobia existe, aunque en decibeles más bajos o sutiles.
Abandonar la invisibilidad trae consigo una serie de ventajas.
Cuando yo, como mujer trans, me hice visible, lo primero que sentí fue un alivio inmenso. Pude percibir que el peso del mundo salía de mi espalda.
Le perdí el miedo a la opinión de los demás y recuperé mi libertad.
Ahora me siento más fuerte y con más legalidad para trabajar por los derechos humanos de la comunidad LGBTI.
Ahora que pongo la cara ante los prejuicios y la homo/les/transfobia, me siento con energía para conquistar y exigir nuestros derechos.
Durante mi transito por la senda de la diversidad sexual he conocido a personas y sus historias, que me lastiman el alma.
Recuerdo a una chica que me relato que la despidieron de la noche a la mañana de la escuela donde enseñaba.
Creo que una de sus compañeras la vio con su pareja y soltó el rumor.
De pronto, la llamó la directora y cuestionó su trabajo.
Dijo que no se llevaba bien con los niños, pese a que trabajaba allí más de seis años.
Luego dio a entender que su conducta no era la mejor.
Sintió vergüenza de defenderse, decidió callar.
No quiso denunciar públicamente que fue víctima de discriminación sexual.
Ahora ha decidido cuidarse, es decir, no salir mucho con su pareja, evitar muestras de cariño en la calle y demostrar ante el mundo que es más lady de lo que siempre ha sido.
Ser lesbiana no significa tener la apariencia de un hombre.
Hay muchas que son de lo más femeninas.
Es cuestión de gustos.
Ella, pretende que nadie la descubra otra vez, que este asunto no trascienda, que sus compañeras del trabajo la vean con algún novio de remedo, y así hasta que se les borre la idea de que ella es homosexual.
Es una mujer invisible, como muchas que han optado por pasar desapercibidas, caminando de puntas, sin hacer ruido.
No hagamos tanta escándalo, así estaremos en paz.
Gran mentira.
Andrea Guadalupe.