Las paredes me aconsejaron dejarte,
las nubes me hicieron imaginarte bajo el sauce
cuando el sol caía por el mar .
Tomé las notas que recordé
en aquella tarde de huída
por entre los cedros nevados.
Me hundí en la almohada, en los momentos,
los silencios, los abrazos,
los te quiero recíprocos y los suspiros a la luna.
Recorrí con mis ojos tus labios, dibujé tu silueta en mi piel
y marqué el perfume de tus pasos en mi alma para siempre...
Dicen que las personas tienen un ángel,
el mío es el más adictivo, juega con las sensaciones,
me eleva y me deja caer de improviso, me ama
y me odia como a una afición inconclusa.
Y no la olvido, no la dejo ir,
se cuela por mi ventana, se entromete en mis letras,
contraataca con imágenes mis sueños y
me adormece las tardes con caminatas tras el sol...
Me envuelvo en bailes violetas, dejando el fondo negro
en el baúl, me tiño de sonrisas fluorecentes
mientras te observo alimentando las palomas del jardín.
Extraño tus abrazos frente al mar,
los Besos sin terminar y las sinfonías
de mi arpa que solo sabe de recordar...
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