Me desenmascaraba el humo que de por ahí se arrancaba, casi como siguiéndolo cambie la canción que sonaba por otra mas movía, o simplemente, que me gustara más.

Mire mi escritorio y observé su inigualable desorden:

Un rollo de papel higiénico aguardando majestuosamente al lado del woofer.

–los resfriados se mandan solos estos días.

Un cenicero colmado, silencioso, tratando de tomar alimento que no siempre llega a él.

–esto del pulso es cosa extraña.

Una moneda de cincuenta cafecienta (símil de amarillenta), casi se camufla con mi escritorio, la cara del Bernardo, en ella, ni se cacha.

–hay otros rostros de los cuales preocuparse en estos tiempos.

Un poemario de bolsillo de Huidobro, donde él me observa desde su fotografía, algo enojado, como diciéndome:

-“!a que me ves doble de nuevo¡”…

Una cajetilla; Otra vacía.

-esta sonando el medio tema.

Un encendedor rojo, pasión, sangre, bonito.

–esto de los colores es raro.

Y acabo de ver un huevito de pascua, de chocolate, que me comeré de inmediato

–uno, ¡que halla rico el chocolate en momentos como este!.