"Eso que tienen algunas personas que hacen respirar a otras"
A la cabeza
De tal manera había disfrutado el tinto en la cena que apenas cerré los ojos las imágenes casi en 3D comenzaron a rodar.
Me encontraba trabajando en la Agencia Oficial 16 cuando ella, al salir de la concecionaria, lo primero que hizo fue venir hasta mi local. No me acuerdo si fue un Martes o un Miércoles porque saber que ella tiene lo que a mi más me gusta, me hace olvidar del tiempo. Muy cocorita, con encanto y alegría bajó de su nuevo coche, entró y mis palabras se camuflaron detrás de un nerviosismo a flor de piel.
Por las noches de desvelo solía comentarle a mi almohada que si algún día estuviera frente a esa interesante mujer se lo iba a decir.
Esa tarde fue la oportunidad de desatar el nudo de mi garganta y gritárcelo, pero no me dió lugar, como una vidente ya lo sabía.
Ella tiene algo más que unos bellos ojos marrones, amabilidad y una sabiduría innata sobre el arte de cocinar. Ella tiene algo que me vuelve loco y me quita el aire.
La tarde empezaba a caer. Ella muy pizpireta frente a mi y yo detrás del mostrador con cara de pelandrún comentando solamente que estaba haciendo un poco de frío.
Tenía que decírselo aunque su respuesta podría ser “llegaste tarde”. Tenía que decírselo porque cada día me carcomía más la cabeza y quizás así consiguiera algo para mi platónico rebusque. Debía campanear el negocio, demorarla y antes de que se vaya acercarme y desatar mi nudo.
La apuesta que hizo fue bastante fuerte, a la cabeza y sin dudar. Así debería apostar yo al Amor, a la cabeza y sin dudar, pensé.
Mis dedos temblaban al tipear la máquina. El número que eligió fue el de la patente, el 339 y todo el dinero a las tres cifras. Mientras mis ojos se clavaban en los suyos le decía que a mi me gustaría jugarlo al revés, al 93, el enamorado, lo cual provocó su risa. Un poco apresurada, saludó, se acercó a la puerta y mi corazón explotó… - Norma, exclamé…tengo que decirle algo.
- Creo que sé de que se trata, contestó.
- No, por favor déjeme hablar, titubee. Usted tiene algo que me hace vivir, me hace respirar. Yo, yo estoy…
- Ya lo sé, interrumpió. Yo tengo una hija hermosa y vos…estás locamente enamorado de ella, tu mirada me lo dijo.
Me abrazó, me dio un beso y se fue.
Entonces desperté y comenzó otra noche de desvelo pensando en la hija de Norma.
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