El sembrador de la estirpe,  
maestro de sonrisas,  
rumbo a si mismo, 
al paso de los años,  
sin remordimientos  
encuentra, pasión y deseo. 
Se olvida de tus labios,  
es así  su pensamiento 
y no lo puede cambiar. 
Por la madrugada 
con la verdad en sus manos, 
y de vez en cuando, 
en la tarde, cargada de emociones,  
te recuerda,  mujer de perfume 
como una historia fantástica. 
Amor extraurbano, acertijo, 
fantasias de cielo y mar, 
logrando que salga el sol 
 por el ocaso. Y calla,  
hasta que su corazón 
 deja de sufrir el ensueño, 
espinosa distancia,  
última esperanza, 
cautivada por tu aroma 
de azul intenso, 
 
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