-Lo siento, nena. La vejiga de un hombre tiene un límite. Adiós. -¡No, Johny! ¡Noooooo! Y Johny echó a andar. Ella se quedó atrás, llorando, gritando, tirada en el suelo. Mientras tanto, Johny se acercaba más y más a la puerta del baño.
Texto agregado el 15-07-2004, y leído por 311 visitantes. (1 voto)