Cuando Olao terminó su Gran Obra estaba a punto de morir. Al fin había podido unir sus poderes a los de la Luna, pero éste esfuerzo lo había dejado agonizante; sus discípulos eran tan poderosos como para asumir sus tesoros: la Luna Blanca y la Luna Negra las cuales eran gobernadas por un bastón evitando el mal uso de ellas.
Olao podría morir en paz pero tenía una duda: Hacia mucho tiempo, cuando era joven tuvo un romance con la hija de su mentor, pero como era un magnífico aprendiz tuvo que irse para aprender con otros maestros una magia más poderosa sin saber si había tenido un hijo con ella. Podía culparse a sí mismo; había tenido al fortuna de nacer mago en aquel mundo y si no hubiera sido un excelente aprendiz quizá podría tener una familia, pero era un mago excepcional y en ese lugar eran venerados, adorados casi.
Después, ya viejo tomó dos aprendices: uno de linaje noble y el otro de origen campesino pero con una magia verdaderamente auténtica y pura. Los dos provenían de Cádor, un reino situado al sudoeste de la tierra pero uno vivía en una aldea y el otro era el príncipe heredero.
Las generaciones se fueron sucediendo llenas de rumores: se decía que había ninfas en los bosques, elfos y unicornios al norte. Sin embargo, la tierra no estaba desprovista de de criaturas fantásticas como los moores, una raza de tigre grande y fino ocupado para montar; y los dragones quienes aterrorizaban las aldeas cuando se instalaban cerca.
Tiempo después llegó a oídos del rey Medardo la noticia de que la Luna Blanca estaba en manos de un aldeano cuya magia era auténtica; Medardo era soberbio y ambicioso, y no soportaba la idea de que alguien fuera mejor que él, así que cuando supo que Lotario, un aldeano tenía la Luna Blanca se propuso quitársela de cualquier manera posible. Envió a su ejército de trolls a la aldea de Lotario con la intención de matarlo, sin embargo, un mago que estaba al servicio del rey advirtió a Lotario de la invasión para que él pudiera escapar al Bosque de las Ninfas con recomendación de Bayardo el mago del rey (pues él conocía el secreto de su existencia) y de la misma reina Idelia quien lo tomó bajo su protección. Las ninfas lo recibieron encantadas ya que Lotario a pesar de su origen era un hombre bastante bien parecido con unos bellos ojos grises y abundante cabello negro. Pero Medardo que era un buen mago logró encontrarlo y Lotario murió en manos de los trolls dejando viuda a su esposa Leda de su misma aldea y huérfano a su hijo casi recién nacido Androth.
Cuando los trolls llevaron el cuerpo sin vida del aldeano al rey, éste, por más que buscó entre sus ropas no pudo encontrar la Luna Blanca siendo inútil todo el esfuerzo. Lo que el rey no sabía era que Bayardo previniendo su objetivo aconsejó a Lotario esconder el medallón para su hijo, así que Medardo furioso, tuvo que desistir en su empeño pensando que los rumores habían sido falsos.
Gerda y Othón, amigos de Lotario, cuidaron de Leda y de Androth una vez que quedaron solos, su lozano hijo Olayo de un año fue una buena influencia en el pequeño quien era algo taciturno; y al año siguiente cuando nació su segundo hijo que era una niña fue más feliz al sentir que podía proteger a alguien, creciendo sin dar ningún indicio de necesitar una figura paterna como el que tenía Olayo. |