Dos palabras: El trabajo.  
Que nos hace humanos,  
no animales, (aunque hay 
animales que trabajan). 
El motor  de la evolución. 
Desde  los nómadas, 
 cazadores,  recolectores. 
Hasta que uno, el primero,  
“cultivó”, “inventó”,  
Una herramienta,  un servicio,  
y dejo de migrar con la caza,  
con las cosechas de lo silvestre... 
 Empezó la fecunda etapa humana. 
Que trajo las leyes  y la propiedad, 
privada o colectiva,  
Creo la convivencia,  
nos organizarnos,  civilizadamente. 
hasta el pleno auge de la cultura,  
la historia y la ciencia. 
Pero igual seguimos lidiando,  
con los resabios de las hordas nómadas  
con parásitos, especuladores,  
estafadores,  ladrones  
que abusan del poder, 
 los corruptos de la política  
de la economía  y hasta de la palabra. 
los marginales  de las leyes,  
cualquiera  que estas sean. 
y quedan otros: los rebeldes  
que con reclamos y resistencia  
a los abusos mejoran esas leyes. 
Yo soy de ese bando, 
el que aboga por una solidaridad  
responsable, por ser nuestro  
propio dueño, con prosperidad  
fruto del trabajo. aquello en lo que somos  
buenos, útiles, y diestros. 
nuestras obras, nuestra producción,  
son nuestros frutos, son tan hijos,  
como los hijos carnales que parimos. 
son lo que damos al mundo.  
Nuestra huella en el universo. 
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