Entre humo de cigarros y olor a bebida te encontré, sentado en la taberna donde 16 años llevas viniendo. Tu sonrisa fingida no es la misma, ha perdido su calidez, tu mirada fría no disimula el odio interno que llevas, siempre con tu peculiar estilo de vestir, una camisa manga larga, con las mangas abiertas y dobladas, el pantalón jean desgarrado y unas zapatillas de lona, tu pelo es tal como lo recuerdo, corto y rebelde. Me vez e inmediatamente levantas el brazo derecho, me señalas tu reloj, con un gesto de molestia, apresuro el paso y me siento junto a ti, en la barra, el barman se acerca y me pregunta:
- Barman: ¿Desea pedir algo?
- Raedan: Un vaso con agua por favor.
Se aleja y va por un vaso de vidrio, sirve el líquido y mientras vuelve a entregarme el pedido, Dosto bebe su cerveza, coge un cigarrillo, lo prende, bota el humo y con cierto descontento:
- Dosto: Te llevo esperando cerca de 15 minutos.
- Raedan: Lo sé, el tráfico a esta hora es molesto.
- Dosto: ¿Y bien?
- Raedan: Ya hablaremos
Me entrega el vaso con agua, admiro un segundo el agitar del contenido, se producen ondas y ondas cada vez más imperceptibles (dentro del vaso), recurro a una confrontación directa contra Dosto, mirándolo a los ojos con voz desafiante y amical:
- Raedan: 21 de agosto del 2005, interceptan a una persona sospechosa, el sector de menores es enviado a verificar, salen 7, en el proceso las cosas se salen de control, mueren 4. Ese escuadrón fue enviado a sabiendas de los superiores que se trataba de un caso A.M. Tu padre fue el que envió a dicho escuadrón, nuestro escuadrón, el caso fue archivado por carecer de evidencias…
Con un aire mayor de ofuscación e intolerancia, me interrumpe intempestivamente, luego de darle una pitada al cigarrillo casi por acabar.
- Dosto: ¿A qué viene todo esto? Nuestra labor era esa, para eso nos formaron, los ineptos que murieron ese día no merecían pertenecer a nuestra hermandad.
Prendiendo un cigarro y sonriendo un poco.
- Raedan: El porqué de no haber perecido ese momento, nosotros, fue más de no tratarse de ineptitud, y lo sabes muy bien.
- Dosto: Tengo cosas que hacer, ya me hiciste perder mucho tiempo.
- Raedan: Discúlpame, pero no puedo dejarte ir.
Con ánimo desafiante y actitud burlona
- Dosto: ¿Y qué pretendes hacer para detenerme?
- Raedan: No me obligues.
- Dosto: En tu vida te atreverías a serlo a la vista de todos.
- Raedan: El tiempo ha pasado, Dosto, uno aprende nuevas cosas.
Mirándolo a los ojos, consigo que quede inconsciente, agarro su teléfono celular:
- Raedan: Objetivo 1 completo, me dispongo a llevarlo.
Apoyándolo en mí consigo sacar a Dosto de la taberna, las campanas de la iglesia cercana empiezan a sonar, dando aviso que las 6 de la tarde acaba de llegar, meto a mi compañero a los asientos traseros del auto y empiezo el viaje...