No sé si sea el Merlot español, los cigarrillos baratos, o la costumbre de hablarte en secreto, pero me alegro. Pues sólo tú escuchas los susurros de mi corazón, sólo tu entiendes las cuestiones, los predicamentos, las dichas y los recuerdos con los que le gustan nadar, con los que añoran suspirar. No sé si sea la nostalgia que se apodera de mí, no sé si sea nuevamente esos celos prematuros, no sé si sea una revelación, una epifanía, alguna cuestión que jamás nunca pude olvidar y aunque prometí en un juramento invisible no atosigarte con mis absurdos complejos, te quiero confesar que me duele tu distancia, me duele el contacto, me duele y ahora lloro, lloro como no tienes una idea, lloro tu ausencia, lloro tu lejanía, lloro a caudales que no te tengo, lloro la confusión, lloro Rocío, lloro como no tienes idea, lloro que me alegre, lloro por que me duele, me duele que quizás nunca te tenga, lloro por el Merlot, lloro por ti, por el corazón que solloza, por lo extraño que me parece conocer el destino y no practicarlo, me duele, me duele en el alma las cartas tuyas (por que tu vida no es una broma) que jamás recibiré, y no me parece vergonzoso hacértelo saber, en este momento tengo lágrimas en mis ojos por la desesperación que se incuba en mi alma, perdóname si te escribo, pero ¿a quién más? ¿Dime Rocío, quién más aclama tu amor con poesías?
Mi única musa, te amo.
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