Había una vez una cajita de madera y dentro vivía una niña.
La cajita era su mundo en él soñaba, imaginaba, inventaba y creaba aquello que no tenía, sabía que no era real, pero entre esas cuatro paredes controlaba su seguridad y su protección. El sueño que más tejía era sentir el calor y el color de la vida.
Un día por casualidad, alguien encontro la cajita, la cojío en sus manos y al moverla se abrío una de las pocas rendijas que quedarón mal cerradas, cuando quiso darse cuenta, la cajita se ilumino y pudo sentir el calor, y la niña sintío tanto miedo por la fuerza de la luz que corrío a esconderse, debajo de un montón de papeles, porque temía que la luz la hiriese.