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Hay Viudos y Viudas


Todos los días la hermana muerte visita algún hogar. Y cuando el viajero que nunca vuelve es el padre o la madre, el hogar amanece vacio.

Lo que hasta ayer era una familia alegre, fuerte, integrada, ahora es una familia rota. El esposo se llama viudo; y los hijos, huérfanos.
Ante el mundo exterior, y sobre todo en las fronteras íntimas de la conciencia, todo ha cambiado.

¿Cómo reconstruir las ruinas para volver a levantar el edificio?

Para muchos la reconstrucción consiste en un nuevo matrimonio de los padres.

Aunque hay en el mundo un mayor número de viudas que de viudos, éstos se casan en una proporción triple al de aquéllas.

Sin embargo, el matrimonio del padre viudo o de la madre viuda, sobre todo si son jóvenes, es un fenómeno frecuente en cualquier país.
El 75% de los varones y el 50% de las mujeres viudas, menores de treinta y cinco años, contraen segundas nupcias tras un periodo de viudez medio de cuatro a seis años. Algunos casos mucho más temprano.

Así empieza el problema de las relaciones de los hijos con los padres políticos. Un problema que debe ser afrontado sicológica y educativamente. Porque las relaciones frente al padrasto o madrasta tienen que ser artificiales; por más empeño que se ponga en ellas, ya no es aquella natural frescura, aquella espontánea interacción que brotaba de la sangre y del alma entre padre e hijos.

Para la que acaba de llegar, en cambio, que se encuentra de la noche a la mañana en la dura necesidad de conocer, tratar, amar y ayudar a un conjunto de personas ya unidas por otros motivos, es una carga que no siempre se resiste y un obstáculo que pocas veces se salva.

Todo empieza con sinceros esfuerzos. Los hijastros tratan de cumplir por lo menos exteriormente. Se muestran respetuosos y acaso sumisos ante la que ocupa el lugar irremplazable de la madre. La madrastra, a su vez, procura demostrarles sensiblemente atenciones y afecto. Lo que en realidad preocupa a unos y otros, es el padre o el esposo, que en ese estado es el punto de unión y de convergencia del grupo familiar.

Pero esta relaciones, cimentadas con tan precaria hondura, tienen que ser débiles, superficiales, siempre en riesgo permanente de enfriarse y de romperse en definitiva.

La situación empeora cuando nace el hijo del nuevo matrimonio. La madrastra tiene ya un motivo irrefutable para justificar la falta de apego por los hijos adoptivos y su natural preferencia por los propios. Con lo que aumenta la inestabilidad afectiva de los hijastros, su mal carácter, su agresividad cada día más patente. De su mismo padre guardan un no sé qué de incomodidad, de indefinible menosprecio.

El padre viudo, al casarse de nuevo, resolvió muchos problemas personales; sus amigos le dijeron que tenía derecho a rehacer su vida y él mismo sintió la necesidad de compartirla con una mujer, de encontrar por segunda vez la ayuda magnanima, la compañía fiel de la esposa. Así resolvió su problema personal de soledad y de amor. Pero muchos otros problemas familiares surgieron de las segundas nupcias. Sus hijos que seguiran siendo huerfanos de madre. Las relaciones de los medios hermanos. Todo un catálogo de obstáculos.

No es fácil restaurar una estatua fragmentada, una pintura que desdibujó el paso de los años, una ciudad que asoló la explosión del odio. Al fin y al cabo, un ejercito de técnicos, una montaña de dinero y paciencia, consuman el milagro. Cuando el hogar es el que se desintegra, ¿qué fuerza, qué tentativa conocen ustedes para volver a edificar?
Espero su respuesta.
(A D )

Texto agregado el 30-04-2011, y leído por 180 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-04-2011 Profunda reflexión hogareña, no olvidemos que plenitud y felicidad son ideales inalcanzables... achachila
30-04-2011 Que manera de pensar!! Todo en la vida es un problema, a veces hasta con los propios hijos, cuanto mas con hijos de otros donde no aceptan que suplanten a su madre o padre. Yo como viuda, pero no tan joven, no rompería la armonía de mi familia y principalmente cuando hay nietos, una persona mas joven tiene mas derecho a rehacer su vida pero es muy dificil. No se si hay que plantearse tanto si uno no quiere estar solo, ya la vida en si misma es un gran problema, así que a vivir feliz y disfrutar de lo que hay, siempre me haces pensar jajaja!, muy bueno!!***** silvimar-
 
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