La mujer desvió la mirada de la insistente alerta,
su rotundo nihilismo exacerbo la justeza de la escasa sanidad,
mentalmente obcecada en imágenes sin fondos ni lados,
sin posibilidad de una agonía,
absorta en un mundo obscurecido por hechos terribles,
solo caminó hacia la casa del engendro,
convencida de algo inexplicable,
en un tiempo ajeno al resto del mundo,
… quizá poseída dirán algunos,
aunque sus ojos secos y sin chispa no delineaban una presencia,
era solo su cuerpo totalmente vacío de esperanzas,
rumbo a un cadalso esquivo.
Y continuo hasta la maldita ventana gris,
respiro hondo,
como si las ganas autodestructivas necesitaran de todo el aire del mundo,
… se deslizo al interior,
y en ese living destartalado y sucio sintió alivio,
porque pronto todo acabaría.
Se sacó la ropa,
…la dobló cuidadosamente,
luego repasó las cicatrices de su cuerpo,
“¿mis heridas serán suficientes?,
¿estarán encerrados en mi los que murieron?,
… ¿cuándo va pasar este dolor?”,
y el engendro – asesino aparece,
su sonrisa torva atestigua un desenlace de máximas ocultas,
pero ella lo necesita,
… un verdugo honesto,
uno que le hiciera pagar por un daño gigante,
y el engendro le susurra algo,
y ella finalmente cierra los ojos.
En esa casa algo esta muriendo…
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