En un poncho de nubes renegridas,
látigos de rayos castigan.
Furia desatada por mil demonios.
Centellas que divagan sin cesar.
Enloquecidos vientos la mar fustigan.
El diluvio se anuncia.
La ventana cerrada atónita nos mira.
El cajón de la cómoda eructa ropas
que tu valija atolondrada traga sin parar.
Tu deambular de buey resoplando
muestra la impiedad.
Miro por los cristales callados el destino
y sé que después que te vayas
la tempestad se irá también.
Texto agregado el 15-07-2004, y leído por 162
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
15-07-2004
Me gustó mucho. Hay en verdad quienes hacen que nuestra vida sea una verdadera tempestad, son viento, huracán, ventisca y nos atacan sin piedad. Mis estrellas te acompañan cuando llegue la paz. mariafernanda
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