Estoy como lobo en celo. Muchas imágenes de sexo con mujeres se instalan en la imaginación por varios días y entonces me pongo caliente, más de lo normal aconsejable. Me desconozco, desconfío de que alguien haya puesto viagra en la bebida. Hace ya dos días que estoy así, que ni con drenajes me lo puedo quitar.
Yo miro el cielo y le pido a dios que sea bueno y que calme esta sed de amor, que por favor los ángeles que lo rodean le pidan que reconozca que uno de sus hijos hoy está enfermo de gravedad, y por ende lo convenzan que con su vara quite este peso que arrastro, que traigan calma, viento fresco quitando el rubor de mis mejillas, las mariposas del bajo vientre, la lívido de la conciencia.
De momento me veo impedido de salir a la calle, temo quedar atrapado en un callejón sin salida.
Entonces decido pasar el día en cama mirando la tele. Juro que es cuestión de ver algo insinuante como para que todo vuelva a comenzar.
Y resulta que sintonizo un canal de cocina y para mi mala suerte los delantales que usan las cocineras son estampados de imágenes de mujeres totalmente desnudas. Deduzco, lo mejor será hacer zapping, sin estar más de un segundo en cada canal; más, tener especial cuidado con las imágenes de las propagandas y de las películas condicionadas.
Pero pasó que toca el timbre la vecina, una mujer rellenita, que le encanta hacer comidas especiales, y ya en trivial conversación, habiendo salido el tema de la soledad, eso de que pasan los años y que uno siempre permanece solitario, cuando de pronto ella dice, en tono serio, que tuvo varios maridos pero que ninguno la pudo satisfacer, pues claro ella siempre pide más, y se fueron como huyendo en búsqueda quizá de una vida más tranquila, agregó.
A pero cuando ella dijo esas palabras geniales supe que irá a terminar siendo mi esposa. Así es como enseguida me largo a querer conquistarla, con este sincero amor a primera vista.
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