Voy tranquilo por la ruta, pero algo angustiado pues no tengo un perfil claro en la vida, aunque alta velocidad desarrollo, con prudencia y maestría, mi auto se desliza por sus gomas nuevas como una lancha en un rio sin olas. Solo campo hay enfrente de la luz del bello día.
Para mi sorpresa veo una avioneta que se ha estrellado hace minutos en un evidente aterrizaje de emergencia. A los pocos metros hay un hombre tirado, seguramente el piloto del aparato siniestrado, quien se ve en muy mal estado de salud debido a los golpes.
Bueno entonces no me queda otra que parar y dar una mano.
Pero de todos modos he de prestar suma atención, puesto que al costado del escenario, estoy divisando un cargamento de drogas, o sea que este hombre, todo quebrado, pero aun con vida, que se encuentra a mi merced, es un narcotraficante.
Venga amigo, tenga un poco de paciencia, porque lo voy a entablillar y luego lo voy llevar con un médico. No intente decir nada, me doy cuenta de todo, deje el asunto en mis manos.
Para mi sorpresa el cargamento es mixto, o sea cocaína y mariguana, también hay cientos de planchas con pastillas de LSD.
Entonces lo que hice, fue hacer lo que dije, lo que prometí, cortando unas tablillas de madera, brazos y piernas supe auxiliar, apuntalando los huesos quebrados.
Después me lo traje a la capital federal, y en uno de esos hospitales gigantes, lo abandoné al hombre luego de depositarlo en una guardia.
Todo lo que me pasó en el día de hoy aun no lo puedo creer, pienso que finalmente el piloto se salvará. Me siento más tranquilo, venía observando que no pasaban grandes cosas a mí alrededor, pero ahora opino distinto.
Antes no podía dormir pues sufría de insomnio pero ahora tengo un sueño.