Si me hubiera visto, caminé como caminan las mujeres cuando quieren algo de lo que están seguras, no tropecé a pesar que llevaba los zapatos de la Carola que aparte de grandes, tenían en su interior marcados los dedos de ella y sus callos gigantes en los costados. Quería decirle todo y a la vez decirle nada, pero que es que le llevo por tanto tiempo a pura miradita que ahora si me decía; pío, estaba segura que le besaría hasta el alma, y sin su consentimiento.
Me apretaba la "polera siluet" que me prestó mi mamá, de esas que venden en avon y que bajan una talla al ponérsela. Caminé segura, nadie me iba a detener, no quería espantarlo como lo había hecho antes.
Pero al acercarme le vi. su espalda, su traje negro, su bufanda blanca, hablando de Jean Piaget y de sus teorías, se dio la vuelta y sus ojos se encontraron con los míos, le vi los labios pronunciar algo que aun no escucho, no supe que hacer, se me fue a negro los ojos y no me acuerdo de nada más. Desperté media oscurecida, sin entender que pasaba, alguien me sostenía la mano y respiraba cerca de mí, pude vislumbrar una sonrisa y luego escuche a esa misma persona suspirar.
-¡Vaya! Tu si que sabes llamar la atención.
Pude ver el brillo de algo que parecía un pañuelo blanco al cuello de la figura, no podía hablar, mis palabras no salían, por más que sabía que era lo que quería decir, no había caso, no hubieron palabras, pero le reconocía y mi mano reconoció la suya, fue tan corto el momento, apreté su mano y la figura se mantuvo firme.
-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-Te lo agradecería.- Respondí asustada de decir alguna idiotez.
-Yo también.- Agregó sonriente.
Me dejo en mi casa y volvió la semana siguiente, yo estaba en la terraza bordando, perdiendo la esperanza por una decisión. Entró cabizbajo con una flor pequeña en la mano.
-Si prometes no desmayarte nuevamente, quiero salir contigo.- me extendió la pequeña flor.- Pero por favor no te desmayes.
Pero cuando dijo esto último ya era demasiado tarde.
|