Mirando una postal antigua, tuve una revelación que en ese lugar donde se hubo sacado la foto en cuestión, hay un tesoro macabro, con seguramente una fosa en común; puedo ver claramente cientos de esqueletos todos juntos.
En la postal se ve una fuente, con una calle donde pasan vehículos, peatones, pero yo observo que todos están como levemente salidos de escuadra, los autos están torcidos, la gente también, cual si cada uno de ellos tuvieran mal el nervio ciático, etcétera, el mismo chorro de agua que sale de la fuente dobla en contra del viento que recibe, cual si estuviera empecinado o mismo haciendo fuerza hacia adelante.
Entonces me digo en estos precisos momentos, Rocayosa adelante, tenemos que descubrir la verdad, y como esta historia transcurre en España, buscaré contactarme con gente de origen judío, pero que además lo sean de corazón, pues especulo con acaso pueda deberse a una fosa de la época de la segunda guerra mundial.
Y entonces ahora que estoy ya prácticamente con la nuestra avenida levantada en escombros, el pozo hecho, hasta una altura prudencial. Donde en breve habremos de encontrar algún elemento que confirme mi predicción, tengo el mundo a mis pies, pero al encontrar por fin un hueso, para la sorpresa de todos, es un hueso de dinosaurio. De todos modos la gente, el público están sumamente contento, pues no ha sido en vano el esfuerzo.
Nunca estuvo en mi la necesidad de que hubiera otra cosa allí, solamente que las visiones que yo tenía, tenían que ver con seres humanos.
Después todo, estamos ante un descubrimiento muy importante, esta fuente de riqueza que hay en la plaza, que ahora será un lugar emblemático, atraerá capital, turismo, comercio, todas cosa positivas, gracias a mí, pero también a las autoridades que supieron escucharme, atender mi reclamo, y gestionar una empresa nada fácil. Muchas gracias.
Y por supuesto la enorme alegría de saber que no es gente sino dinosaurios.
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