Un paisaje donde nunca pasa nada que está en silla de ruedas junto con el que observa. Siempre buscamos hablar de la última patraña, pero estamos rodeados de un círculo interminable de gente hambrienta, donde al final del camino se alternan triángulos y rectángulos, más ninguna otra forma, donde entonces no existe el mal como algo mal visto.
Detrás del final del paisaje están los actores de la comedia de algún pueblo, que si caminamos hacia adelante nos toparemos con el soberano.
Muchas veces intenté llegar hacia alguna cuestión en particular, pero el cielo me inhibe con un color de opresión.
Cadenas de un buque forman un inmenso caudrilátero donde ninguno puede salir sin antes mostrar el culo.
Yo estoy cuerpo a tierra en un combate permanente, y me arrastro por sobre las espinas, sin sentir sufrimiento, con la sola idea de aplastar al intruso.
La noche trae una calma especial, unas intensas fogatas cocinan pan y animales.
Hemos comenzado por derribar un galón de bebida que pronto hará uso del poder, haciendo que nadie esté en condiciones de predecir lo que sucederá.
Tengo la mandíbula, con la carótida, toda hecha un acordeón a pianos. En el frente de batalla hay un polvo blanco que nos termina uniendo sobre el mismo objetivo.
Han suministrado información y tráfico de estupefacientes, lo cual indica que el ataque se encuentra en la epidermis de la sociedad. Tenemos que reparar las grietas. No es fácil para el propio dominador tener que aceptar al intruso, pues ha podido revelarse e imponer su presencia, no pudiéndose ocultar la verdad, pero es lo que es, o sea no existe otra posibilidad que mirar de frente al destino, y buscar verdaderas soluciones, no sea cuestión de largar a la ligera, porque ya no nos interesa nada. Bay.
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