Voy andando por la ruta en una cafetera de los años sesenta, se bambolea por falta de amortiguación, además que va por una ruta deteriorada, una nube de polvo casi nos cubre por completo, creando un conocido efecto visual de humo que se desplaza junto con nosotros.
Cuando llegamos al pueblo lo primero que veo es un puesto de flores naranjas y enseguida la entrada al cementerio, es día domingo, pero seguimos de largo hasta llegar a la bendita costanera, de forma perpendicular donde por poquísimo pasamos de largo para caer al río.
Finalmente hicimos un flor de campamento, la cuestión es que al crepúsculo ya está todo sucio cual si hubiera estado una tribu de nómades.
Al día siguiente juntamos todo y fuimos a desayunar al bar de la estación. Estando allí hubo una pelea entre dos muchachos, unos que está con nosotros, y el otro, el mayor perjudicado, una persona oriunda del lugar. Lo cierto que mi amigo apuñalo a este otro señor y éste está en estado desesperante. Ha perdido mucha sangre.
Estamos a la entrada de la comisaría, esperando ver que pasa con nuestro compañero de aventuras, aunque todo hace presumir que tendrá para varios días, y viene una mujer a pedirme, si puedo donar de mi sangre para el damnificado que sino corre serio riesgo su vida.
Ahora estoy tirado junto al herido, y mirándolo a la cara, recuerdo perfectamente cuando él claramente molestaba a mi amigo sin ningún tipo de contemplación, y casi obligaba a la gente a defenderse de una tremenda agresión de su parte, gozando con hacer pasar malos momentos a terceros. Yo pienso que tiene merecida la herida y también la muerte, entonces me levanto sin pedir permiso y comienzo a huir hacia la salida, mientras alguien me grita que yo he firmado un acuerdo. Lo único que atino hacer es a taparme los oídos y correr todo lo posible, a lo que me alcancen las piernas.
Pero como este hospital es un verdadero laberinto, por una puerta, que por error hube usado, como para entrar a lo que supuse era una salida segura, terminó mi huida definitivamente, pues se trata de una pieza cerrada donde se ha trabado la cerradura.
Así como suena, en esta habitación hay muchos cadáveres, de gente desnuda imposible saber por que motivo.
Yo comencé a abofetear a los cuerpos, pero nada logré más que desacomodarlos de la posición. Cuando de pronto un señor perteneciente a la ordenanza del establecimiento entra, y me pregunta que hago allí, yo respondo que nada malo, que se quede tranquilo pues pertenezco a la organización, y comienzo, ahora si, a salir por la puerta principal, apresurado; aunque cuando voy por la vereda un auto comienza a seguirme los pasos.
No encuentro un taxi, ni nada que pueda trasladarme fuera del pueblo, entonces decido atacar a los que me siguen la huella y extraerlos de armas y quitarles todo.
Yo aun conservo la hoja con que mi amigo lastimara al sublevado en el bar de la estación, la hice mía cuando ocurrió aquel hecho trágico.
Entonces cuando los tuve a tiro me abalance sobre el que conduce y le apoyo el arma en el cuello, más luego afianzo mi posición y les arrebato todo menos la ropa que llevan puesta.
Saliendo a toda velocidad en dirección de la entrada al pueblo, donde me encuentro con tres patrulleros obstaculizando la única ruta.
Entonces desciendo y me planto con el arsenal incautado a presentar lucha.
Pero en lo que se tarda en escribir un renglón siento que un certero disparo impactar en mi afinado corazón.