La paz y el calor que recorre el ambiente es único, la seguridad invade al ser protegido, sin miedo, sin tristezas la vida espera feliz hasta que llegue el glorioso momento de abrir los ojos.
La inocencia es estandarte, la felicidad y el amor es lo más común del lugar, es como un cielo, pero no lo es, donde la sonrisa es eterna y los pensamientos como una nube blanca, ¿será un sueño? No; ¿la tierra? Tal vez.
Un día inesperado, en esa utopía de un mundo feliz, llegó el terror del mundo externo; surge el dolor, arrasa enseguida con todo, toma como ramera a la bella paz y la vota donde el olor a pavor la impregna, la ensucia, y la esperanza… ya no queda, nada.
El ser protegido queda en llagas, el grito mudo suplica una oportunidad, pide vivir, pero el desprecio es sordo y el amor corre como sangre hacia el olvido. Una vez tuvo un hogar…
El dolor y desprecio en lo que una vez fue inocencia y calor de vida, pero después de la cirugía y sin el niño en el vientre, tal vez hubiera sido una niña, nunca se sabrá, ya no queda responsabilidad, ya no, pero tampoco felicidad. Esa es la condena. Siempre escuchará a su niño o niña.
|