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Inicio / Cuenteros Locales / Keiji / 679) Mente en blanco. Cuento número 1

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He despertado sobre una blancura que todo lo inunda y todo lo cubre, todo lo llena. Estoy al recobrar la conciencia después del sueño, en un cuarto con cinco paredes… un techo y un piso completamente blancos, como trazados en una sola pieza, blancos por igual como mi mente, no recuerdo nada. Cómo he llegado, cuanto tiempo he dormido, de dónde he venido o cuánto tiempo llevo aquí, dónde estoy, ¿quién soy?, de dónde he venido, a qué espero, ¿por qué escribo todo esto? Hay tantas dudas y una cama (mejor dicho un colchón sin base alguna) sobre la cual me he sentado y visto todo en derredor mío: una mesa, una silla de respaldo alto, una libreta de hojas blancas, vacías como mi mente vacía y así mismo llena de dudas, esa libreta está llena de espacios que ahora pretendo llenar, escribir sobre ella con esa pluma blanca llena de tinta negra, lo único de color que llena línea tras línea y trazo tras trazo que recorro y adelanto llenando el vacío de letras y explicaciones que ahora encadeno a mis dudas.

No recuerdo mas nada, no sé qué hago aquí, ¿qué puedo esperar? ¿En dónde precisamente me encuentro?, ¿será de día o de noche allá fuera? He intentado salir, la puerta no tiene manija, sólo un orificio por donde entra luz blanca que no permite ver hacia afuera, hay una ventana blanca que no puedo abrir porque no corre hacia ningún sentido, al costado un pequeño espejo a la altura de mi rostro, no reconozco a nadie en él, no me recuerdo así tal cual me veo, soy completamente una persona desconocida, a lo alto de los muros hay rendijas de las que sale un aire fresco, no tengo frío ni calor; al despertar no tenía hambre ni sed, pero después de un buen rato (no tengo modo alguno de saber cuánto tiempo) he sentido a mi estómago reclamar un poco y mi boca seca cuando me han embriagado el ansia y la incognita de no conocerme ni yo mismo.

Hay una nevera empotrada a la pared, todo blanco nuevamente, si no es blanco o transparente, lo único negro es cuanto escribo; pensaba rayar las paredes o el piso, todo es acaso demasiado blanco, necesito enfocarme en cuanto escribo. Tomé agua y sacié mi sed, comí un trozo de pan sin corteza, con queso fresco y callé mi apetito, leche, agua, pan frío y queso, un poco de arroz sin sal, es todo lo que hay ahí; todo perfectamente empaquetado de modo individual, porcionado como si fuere para una sola persona, una sola toma, una sola ingesta, una sola persona… ¿Quién lo puso ahí? ¿Sería yo? ¿Me he colocado en este auto encierro? ¿Alguien más? ¿Por qué motivo? ¿Me estarán vigilando? ¿Qué querrían de mí que no recuerdo nada? No viene nadie a mi encuentro, no hay ruido alguno ni adentro ni afuera, no hay música, no hay aves, parece que no hay nadie afuera, sólo yo aquí adentro…

Me he quedado quieto y las luces se han apagado de pronto, estaba recostado y al moverme de nuevo se encendió todo el techo como un solo panel, no hay lámparas ni apagadores, sólo se prende todo el techo con una luz que todo lo ilumina, destruyendo incluso mi sombra, no tengo sombra…, hay demasiada luz acaso, ¿es esto posible? ¿Por qué cinco paredes en lugar de tres o cuatro? El piso es un pentágono perfecto, recuerdo estos conceptos pero no puedo pensar en algo antes de todo esto. ¿Será esto parte de un experimento? Si “alguien” me puso aquí… ¿sabría que yo escribiría? ¿Qué más recordaré hacer? Me limité a saciar mi hambre, pero sigo esperando y nada ocurre, debe ser parte del plan, creo que debo seguir escribiendo, cuando lo dejé de hacer la luz se fue, no quiero que de nuevo ocurra hasta que me de sueño, no tengo modo de medir nada, ni qué día, o qué hora, qué minuto fue; mis ropas son simples e igualmente completamente blancas, no tengo calzado alguno, no hay nada bajo el colchón, nada sobre las paredes, todo esto luce muy nuevo, demasiado premeditado, demasiado perfecto, es muy extraño pero no recuerdo nada diferente a esto, ni mucho menos algo similar pero es extraño, esta incertidumbre empieza a preocuparme, hay demasiado silencio, me empieza a dar miedo de tanto pensarlo.

Debo pensar en algo, empezaré por definirme como soy… me cuesta no recordar nada cuando veo mis manos, mis pies, mis piernas y mis rodillas, brazos, palmas y uñas, acaso demasiado cortas y limpias, no lo sé tampoco; tal vez así las he tenido siempre. Esto debe ser producto de un error, o una prueba, aunque no lo recuerde ahora mismo, dudo que esta sea mi vida, mi mente está por completo en blanco, y tengo ahora un poco de sueño…

Debo ir al sanitario, me han venido ganas de orinar, pero no hay dónde. Ya no aguantaba, y al acercarme a una de las paredes y las cinco esquinas, se ha abierto un orificio en el piso, está ligeramente hundido y corre un hilo de agua alrededor, como tragándola, orino ahí, para ello debe ser. Al retirarme se cierra y no se distingue lo que antes hubo, salvo una pequeña línea donde hubo una rendija casi imperceptible. Todo esto es en suma muy extraño, sigue corriendo el tiempo, ahora más raro es, porque parece que todo cuanto deseo aparece ante mis ojos, si lo requiero o necesito ahí surge, no he notado la mesita hasta que la busqué y la he visto ahí, estoy casi seguro que la puerta no estaba ahí, pero no creo poder asegurarlo del todo, tenía sed y hubo agua, hambre y hubo comida, cuando busqué una ventana estuvo ahí, y no estoy seguro si antes lo estaba, no tengo frío y no llevo ropa abrigada, no tengo calor y no llevo ropa que deba quitarme, sin embargo no creo que sea suficiente desearlo o decirlo, he deseado salir y no lo he conseguido aún, pero.. ¿Qué hay afuera? Si hubiese una manija y la puerta se abriera, ¿saldría? ¿Y si algo me ocurre?, esto es “bueno”, es confortable, la puerta se ha abierto…

Texto agregado el 16-04-2011, y leído por 245 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-05-2014 Ahhhhhhhhhhhh!!! Estoy intrigada, supongo que hay una segunda parte? Ya está publicada? pherenike
16-04-2011 Todos tenemos esa posiblidad de estár en blanco y escribir las líneas de nuestra vida cuándo lo decidamos, de tener todo lo que deseamos con sólo imaginarlo, estámos en ese perfecto mundo blanco y aún así deseamos saber que hay más allá de esas cinco paredes, nos preguntamos qué hay aún cuándo no deberíamos y es eso lo que nos lleva a la destrucción. Que hermosa manera de escribir, ojalá y si decidís salir por esa puerta y que si salís no te ocurra nada, sólo que la luz de los colores no te lastíme la vista después de tanta blancura. lunasinsol
 
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