En estos momentos,
en que el amor duele,
te escucho en todas las canciones de amor.
En una conducta autoflagelante,
te imagino cerca mientras estás lejos.
Me aterran tus miedos,
y ahora que sabes los míos,
me invade la desesperación más desesperada.
No pudiste dejar mis demonios tranquilos,
no entendiste que mi intimidad
era muy cruel y terrible para ser compartida.
Tampoco entendiste de primeras
que he sufrido toda mi vida,
tratando de concebir porque me ocurre esto.
Simplemente asumiste lo peor.
Toda la complejidad de mi ser llora en estos momentos.
Extraño tus besos, tu mirada inocente y tus caricias.
Pero lo que más hecho de menos
es poder mirarte sin vergüenza.
Es una contradicción,
no debería apenarme por algo que no me pertenece,
simplemente una realidad que se me fue impuesta,
sin consentimiento...
Y sin embargo me siento culpable,
por embargarte en este tren
que está a punto de descarrilarse.
En estos días pienso,
hace mucho que no lo hacía.
Hoy caminé bajo la lluvia,
gotas finas, densas,
se confundieron rápidamente con mis lágrimas.
De cierto modo me sentí más liviano,
sentí que la naturaleza se puso de acuerdo
para lavar mi tristeza.
Veo mis dedos morados,
me doy cuenta que la sangre ya no corre como antes.
Mi corazón pende de un hilo,
pidiendo por favor una excusa para seguir bombeando.
En estos momentos, cuando el amor duele,
trato de escalar este abismo,
pero no puedo ver el cielo.
La luz de tu luna esta obstruida,
por las mismas nubes que hoy me mojaron.
Qué contradicción, no?
Tu foto me mira desde el estante...
Me estás vigilando?
No, creo que no...
Creo...
Quiero que sepas
que por ti he tratado de cambiar,
de ayudarme.
Por ti quise ser un mejor hombre.
Todo es por ti,
todo es por ti.
Si no lo percibes
con el dolor más grande,
te tengo que dejar partir...
Pero si logras sentir mi amor,
el inmenso amor que tengo,
ese amor que nunca podrías vivir dos veces,
entonces lucharé,
lucharemos,
y nunca más tendrás que separarte de mi.
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