Mi brazo te sostuvo y mis ojos recorrieron el comienzo de tus manos tan pequeñas, con el asombro de un adulto que contempla el amanecer de una vida. Tu nombre en mi garganta se torna conocido y el mío será pronunciado el año venidero. Para acompañar tus maravillas me quedo contigo ahora como el otoño se queda sin las hojas de los árboles. La noche dará el silencio para que descanses y en las alboradas nacerán respuestas.
Texto agregado el 12-04-2011, y leído por 219 visitantes. (5 votos)