Mr Wait se pasaba el día esperando. Se despertaba y esperaba, en la cama, a que sonase el despertador para levantarse. Tras desayunar, esperaba en el rellano a que le trajesen el periódico. Se preparaba y salía muy pronto de su casa para esperar el autobús. Proceso que repetía de forma inversa cuando salía de trabajar. De camino, esperaba pacientemente a que avanzase la cola de la panadería. Después de comer, esperaba a que se enfirase el café que se ponía ardiendo. Por la tarde, siempre iba media hora anntes a la cita con sus amigos y les esperaba en el bar. Y así, sucesivamente, hasta acabar el día. También esperaba el ascensor, la salida de sus hijos del colegio y las citas en el médico. Pero eso no era lo único que esperaba Mr Wait...
Mr Wair esperaba a que cualquier día de su vida ocurriese un acontecimiento que la cambiaría por completo. Esperaba, paciente, una oportunidad, un viaje, un encuentro inesperado, un suceso fortuito...Algo que le hiciese renacer.
Y vaya si lo consiguió. Tras setenta años de espera, un nuevo día en el que todo podía ocurrir, le dio un infarto. Y se fue. Podríamos decir que, tras pasar toda la vida esperando Mr Wait experimentó su ansiado cambio. El problema es que era: irreversible e imposible de aprovechar. ¡Ay! mi querido amigo Mr Wait que, de tanto esperar, llegó tarde a la vida. |