Ejercicio para el taller experimental consistente en una personificación: atribuir condición de persona a un animal o una cosa. ¡Muchísimas gracias a la_aguja por sus correcciones!
Fue a finales de Mayo de 1967 cuando canté por primera vez en una típica casita inglesa de Brentwood, Essex. Aunque el único oyente fue mi dueño os aseguro que di el do de pecho y que fue una tarde memorable, acompañados por una pertinaz llovizna británica (que conste que ya estaba lloviendo cuando yo empecé, no vayan a pensar que fue culpa mía).
Causé tal sensación que pronto acudió más gente a deleitarse con mi música. Igual actuaba en partidas de póker entre amigos que en los descansos de algún partido de fútbol. Hablaban de mí como el máximo exponente de la revolución musical de la época. Creo que nunca fui tan feliz como entonces…
Un par de años después nos mudamos a una casa más grande. Mi dueño se había casado y aunque ya no cantaba tan a menudo como antes (al parecer no era del agrado de su mujer) aún teníamos nuestros momentos. Todo mejoró cuando llegaron las niñas. Ya desde pequeñas se acostumbraron a mi música e incluso cantaban conmigo sus canciones preferidas.
Sin embargo, la dicha no duró demasiado y un día aprendí una palabra nueva: divorcio. En un abrir y cerrar de ojos me vi junto a todas las pertenencias de mi dueño embarcados en otra mudanza a un piso compartido.
La tristeza se iba apoderando de mi dueño así como la nostalgia por su tierra natal: España. Finalmente llegó un día en que ya no aguantó más y decidió regresar llevándome consigo. Allá en Madrid renací de mis cenizas puesto que no era ningún desconocido y, además, era el original inglés. Amenicé fiestas y guateques y todo volvía a estar bien.
Es cierto que me preocupé un poco cuando mi dueño conoció a otra mujer. Soy de ideas fijas y temía una experiencia como la primera. Pero mis temores resultaron infundados. Se casaron y al poco tiempo ya había dos chiquillos rondando por la casa.
Mis dueños (pues yo ya consideraba a su mujer como legítima propietaria) soñaban con vivir cerca del mar, así que nos mudamos de nuevo a un pueblo de Valencia, justo frente a la playa. He de admitir que incluso a mí me relajaba el sonido de las olas por las noches…
Y pasaron los años, más para ellos que para mí. Yo me veía igual que al principio, en plena forma. Ahora ya había cuatro niños en la casa. Mi dueño los reunía de vez en cuando para escucharme y aunque no entendían lo que yo decía, disfrutaban mucho con mi música. Fui testigo de cómo se iban haciendo mayores y cada uno escogía su camino.
Nunca pensé que las cosas no duran para siempre. Por eso el día que murió mi dueño me pilló tan desprevenido que no supe cómo reaccionar. Sentí un vacío y una soledad tan grandes… Treinta años juntos son muchos años. Y sin tiempo para asimilarlo, al año siguiente, mi dueña se fue con él. Tuve miedo por primera vez. ¿Qué iba a ser de mí ahora? Recordaba que una vez oí a mi dueño hablar de eso con sus hijos: ‘El día que ya no esté os desharéis de todo’. En ese momento no entendí el significado de sus palabras. Cuando se puso la casa en venta me temí lo peor…
No sé si el hijo mayor notó mis temblores cuando me cogió en sus brazos. Yo sí noté la emoción en su corazón, la devoción y el respeto en su mirada, no tanto por mí mismo como por lo que había significado para su padre. Entonces me dijo unas palabras que nunca olvidaré: ‘Tú te vienes conmigo’. Y así fue.
Ahora vivimos juntos. Ya no recuerdo la última vez que actué y sé que probablemente no volveré a hacerlo. Pero la música siempre estará dentro de mí, como los recuerdos. Ocupo un lugar preferente en el despacho, mostrando orgulloso la portada más famosa de la historia de la música.
Y deseo de todo corazón que llegado el momento (dentro de muchísimos años) haya alguien que quiera tanto a mi nuevo dueño y sepa apreciar el vínculo y la historia que compartimos como para adoptarme…
Dedicado a mi padre, que hoy cumpliría 70 años. Gracias por todo lo que nos diste. Te echo de menos, viejo...
Por los comentarios recibidos, es cierto que la naturaleza del objeto es un poco misteriosa. Hay pistas en el texto: la fecha inicial, algo que se dice de una portada y el título del relato...
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