Un delicado sol de abril regala su toque agradable en el encanto otoñal para mostrarme el camino. Así escapo de mis estructuras con su maledicente hastío que transporta espíritus agoreros olvidados de necesarias alegrías. Me animo con decisión a diseñar un cambio deseado y contundente ávido de presencias gratas y añoradas para ser como era antes. Con mis ojos como hachas observo de nuevo complacido tus mares libres en punta que impacientan a mis manos. Con prisa, pues el tiempo huye, cercano al resplandor que vislumbro, por encima de todo lo que soy comienzo a sustentar el cambio.
Texto agregado el 08-04-2011, y leído por 234 visitantes. (5 votos)