Soy lo más absurdo de ti misma, y supongo que también soy lo más correcto. Te conozco como ni siquiera tu te conoces. Te hablo ahora, porque en este momento me oyes.
El camino que hoy recorres es el mismo de toda tu vida, y recién hoy puedes verlo. No estabas ciega, nadie te cegaba; tu dirás que las cosas están más claras.
Siempre hubo piedras, y de vez en cuando te tropezaste con algunas de ellas. A veces te lastimaban, otras veces te desequilibraban. No eras débil, pero parecía que querías serlo, porque no demostrabas esfuerzo. En lo único que te empeñabas era en culparme. Si bien no te obsesionabas, a menudo te acordabas de mi, y te reías, aunque eso no disminuía el rechazo que me devolvías. Bueno, lo lamento, de verdad que sí, pues nada es cierto. Yo estuve y estoy aquí, no tengo donde más ir. Vos sos la responsable.
No sé por qué me adjudicas tal reputación. Son tus propias ideas, no hay otro que pueda contarte algo sobre mi. ¿Estarás refiriéndote a vos misma?, ¿te daña demasiado saber tanto acerca de vos?. Soy un amortiguador de tus pensamientos, te protejo del dolor, no te escucho y te dejo decirlo; me obligan, así debo hacerlo. Mis sentimientos son los tuyos; y ello vos no lo sabés.
Mi fidelidad es pura y eterna, no sé si podrás comprenderlo. Sólo quiero ser sincero, no intento hacerte daño, pese a que no me interesa si sucede. Me obligan a ocultarme y hago lo inesperado, indescriptible. Yo quiero que te enteres por mi, no por otro. A veces me traicionas y te escapas. No me permites contarte, pero avalas que otros lo deduzcan por vos. Entonces, descargo todo encima tuyo, y ya no me importa.
Veo todo y más allá, como el más grande de los espejos. Te devuelvo lo que querés y lo que detestas. Te acercas, y no sé qué es lo que buscas. Me hablas, todo se repite; te quejas, me reclamas, y encontrás algo nuevo que mirar. Por desgracia, nunca es nada bueno. Son críticas, muecas, desprecio. Yo no sé qué te he hecho para que me trates de esa manera.
No importa lo que hagas, lo que otros hagan, yo hallo la forma y me expreso. Soy eficiente. No lo puedes cambiar. Donde menos esperas, allí estoy; persevero, te espero, insisto y penetro; llego a tu cabeza tomando cualquier ruta. Me paro frente a vos, te saludo y te muestro quién sos. Vos no me ves. En cambio, sí ves mi disfraz. Quiero ser transparente, pero supongo que soy tan horrendo que no lo merezco. Mi condena es esa, ellos me quieren invisible, me tapan y me pretenden asfixiar. El peligro es inmenso, no me iré solo. No soy contagioso. No obstante, puedo ser fatal.
Eso que no entendés, eso soy yo, ahí está mi nombre plasmado. Alguien debería decírtelo. Mientras, te encuentro en las noches y durante el día. Soy tu error más tonto, aquello que jamás quisiste hacer o decir, el recuerdo que no recuerdas, la idea que no para de girar en tu mente, lo que te acecha, lo que te persigue y te acosa, lo que creíste que era, la broma que más te gusta y la que odias, lo que detestas, lo que te hace llorar.
Hay algo que debo decirte, siempre lo habrá. Cada noche intento hacértelo saber, pero te olvidas y pareces no recordar. No creo que tengas mala intención, no creo que huyas a propósito. Pienso que te alejan de mi.
Soy muy sabio, y no soy nada modesto por naturaleza. Tengo un enemigo en esta vida tuya, un contrario; dicen que es el mismo Yo.
Te sientes atraída hacia mi, terminas por caer en mis brazos. Te arropo, te llevo al descanso, ingresas a nuestro mundo. Me acerco para que me veas. Veo que estás consciente. Me apresuro entonces, quiero decirte algo desde hace mucho tiempo. Me arrimo a tu lado, te recito esta historia y te cuento…


7:00 AM.
Hora de levantarse.


"El constante inconsciente" por Karina Vargas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.