Por mi piel ya se mecen cuarenta años,
en mis ojos caminan muy cansados,
contagian de vejez mi ropa nueva
y tiemblan en mis manos.

Nada queda, los recuerdos caen
como nieve en un pozo desolado.
El hoy se vuelve ayer en pocas horas,
y el mañana… no sé cómo pensarlo.

Todos quieren ser jóvenes, atarsen
en las manos relojes averiados,
olvidar del tiempo ante el espejo,
engañar sus cansancios.

Con mis cuarenta y con mis ojos tristes
un viejos soy, casi destartalado,
acá en mi mente con bastón camino
y sueño ver ya mis cabellos blancos.

El tiempo corre y aunque lo engañemos
él poco a poco va despedazándonos,
tengo ocho lustros, me parecen veinte
en este mundo vano.

Cuando alguien dice que se siente joven
es que le duele ya saberse anciano,
todo es tan falso todo es tan efímero,
quiero ser viejo ya de muchos años.