El visitante ha vuelto a la habitación. Un extraño en las penumbras. Las primeras palabras, por supuesto, fueron escasas, casi nulas. Una hora después una conversación entre nosotros nos hizo olvidar el tiempo transcurrido y la distancia. Relataba de sus viajes en el exterior. Sus palabras representaban escenas que en mi mente armaba lúbricamente. Su voz era un prodigio. La historia de costas vírgenes donde aún pie humano no se posaba, las inquietantes repeticiones de los picos del centro de Europa cuando el eco se pierde en sus profundidades; sentía allí mismo el calor del sol en algún desierto, la sal pegada a mi boca, el viento de una isla desconocida barriendo mi contorno… entonces fui yo otro paisaje de esos contados por el visitante en la medianoche de algún puerto maldito.
Texto agregado el 05-04-2011, y leído por 142
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