Yo sigo aquí, en esta vieja silla de madera. Descascarada, abandonada y rota (¿será que hablo de ella o de mí?). Da igual. No me importa que venga el mar e intente llevarme, llenando mi corazón de tristeza, dolor y lágrimas. No me moveré, acá estaré, aquí estoy, aquí me encontrarás cuando quieras regresar, aquí te espero.

-Bienvenido, pase por favor.
-Gracias, dije mientras mi mirada se dirigía de forma involuntaria hacia una figura femenina sentada en un banco de madera, en el interior de aquella vieja casona del centro de la ciudad. Fue algo extraño, mágico y terrorífico a la vez, tierno y macabro. Muchos sentimientos encontrados. No aguanté esta extraña visión y traté de cambiar de tema mientras hablaba con el encargado del lugar, pero éste aparentemente al notar mi momentánea fascinación por la mujer del banco, me comentó:
-Mírela, se ve tan tranquila, tan serena y tan fresca como una llovizna en pleno verano.
Al terminar de hablar con el encargado, quien se ofreció a colaborarme en lo que se me ofreciera, me dediqué a hacer mi trabajo. Sólo que ahora me mata la incertidumbre. No me explico por qué mis superiores me dijeron que aquí, en este extraño lugar, encontraré las respuestas que busco.
Sencillamente no me lo puedo explicar.

Recuerdo cuando empezamos a salir porque éramos felices y nada más nos importaba, sólo estar el uno con el otro. Tomados de la mano sentíamos que podíamos recorrer el mundo entero, como dice aquel refrán; el cielo era el límite.
Pero, ¿por qué siento que te desvaneces? ¿Por qué creo que ya no somos los mismos? Tienes algo en tu mente que no te deja estar tranquilo… Puedo sentirlo, puedo verlo.
Amor, no me hagas esto. No me dejes en esta incertidumbre.

He encontrado muchos carretes de hilo en el patio de la casa. Es extraño, sin embargo ordeno acordonar el área, me pregunto si esto tendrá algo que ver con mi misión.
Este es un lugar extraño, de veras. Pareciera que estoy y no estoy en este lugar; en ocasiones tengo que restregarme los ojos para recordar que estoy, que existo en este momento y sitio.
¿Alguien podría explicarme por qué no puedo sentirme tranquilo en este lugar?

¿Qué pasa?
¿Es que ya no me quieres?
¿Me vas a dejar?
No lo niegues, yo sé que sí, lo has pensado, lo has considerado.

Busco pistas. Soluciono misterios.

¡He revisado tus cosas, maldito infame!

!Ahora las cosas tienen sentido, lo he descubierto todo! Las conexiones, los hilos de esta maraña de secretos y traiciones… ¡Ella es la asesina!

No puedes culparme por esto… no puedes dejarme… no puedes… debo matarte, mi adorado policía…

Lo tengo… lo he descubierto, ella fue la asesina… pero… me faltan las fuerzas… descubrí a la criminal, pero ¿por qué sangro? ¿por qué desfallezco?

Estoy loca… juraría que te vi caminar de nuevo a mi lado hace minutos… afortunadamente, te maté hace tres días…

Gustavo Andrade