Amiga uno está al teléfono. Descerebrada escucha a un bebé que llora, a lo lejos. Se crispa un poco. La madre, sin soltar el fono, esboza una especie de consuelo genérico al estilo "ya, ya". Descerebrada pregunta si todo está bien. Amiga uno retruca con que eso es lo que quiere saber de ella, que no tuvieron tiempo de hablar en la última reunión y le preocupa cómo está después del 'accidente'. Descerebrada toma aire para usar el "bien" que había quedado en receso. Amiga uno no le da tiempo a contestar, dice que irá a verla para que conversen más tranquilas y corta la comunicación abruptamente. Descerebrada se pregunta si aparecerá con el bebé, también qué se hace cuando vienen visitas. Por un momento, rememora la época infantil, en su mente se dibujan unas tacitas de plástico naranja con las que solía jugar a recibir invitados imaginarios. Va al refrigerador y nota que su tipo de comida por estos días, no se ajusta al juego. Decide ir a comprar algo.
Para cuando Amiga uno llega, está en condiciones de ofrecerle un café y las masitas que tanto le gustan.
No trae consigo al bebé. Descerebrada le preguntaría por qué, pero siente que habría algo inapropiado en ello. Amiga uno le cuenta que encontró una nana excelente. Una peruana. Descerebrada piensa en el bebé (unos años más tarde) hablando con acento peruano. La invita a sentarse y sirve el café y las masitas.
Amiga uno decide pasar al baño a lavarse las manos. Vuelve haciendo aspavientos. Ha notado que ya no está la colección de perfumes.
-Los boté-, tercia Descerebrada.
(Amiga uno se horroriza).
-Ya no me servían-, acota Descerebrada.
Amiga uno se explaya sobre el estrés post traumático y sus temibles consecuencias, le aconseja que busque formas de liberar la tensión y hace notar que Descerebrada está excesivamente delgada.
-Es que cambié mi dieta-
Amiga uno dice que no está bien, que tiene que cuidarse.
Descerebrada acota que su comida es más nutritiva y más variada de lo que solía ser y de paso está más esbelta.
Amiga uno decide que es hora de irse. Descerebrada la despide y nota que ni siquiera probó las masitas. Las echa a la basura.

Amiga uno se marcha algo molesta, para remediarlo encamina sus pasos a la pastelería.