Hace dos años yo iba a un colegio de muy alta educación, me había cambiado mas que nada por la base que sostenía aquella institución. Allí conocí Walter Witsurlen, un compañero muy bueno, amistoso y sociable, quien se convirtió en mi mejor amigo en ese entonces. Todos llevábamos carpetas de gancho, cartucheras a cierre y mochila cruzada pues estaba de moda en esos días, tanto que hasta los adultos la traían, desde la profesora mas joven hasta la mas vieja, todos en el lugar llevábamos esa clase de útiles, no los culpo, aquel que no usaba de esos era un pasado de moda o simplemente no era genial. Así los días pasaron, junto con Walter vivíamos jugando y charlando incluso en clases, nuestras notas eran buenas pero no las mejores, hasta que un día una chica muy bonita, de ojos hermosos bien claros, con unos labios finos y rojizos, de cabello dorado y bien vestida se acercó a mi, se trataba de Erica Ruppel, una joven ignorante que siempre hacia lo posible por gustarme y se había ganado un lugar en mi corazón aunque yo no lo admitía o simplemente le negaba, ese día también le negué por lo que ella no tardó en responder arrogante- Hoy me niegas, mañana me ignoras ¿Acaso ocultas algo? Te ruego que me digas quien es esa persona, no me reiré, es más, te dejaré tranquilo por el resto de mi vida- Lo había pensado dos veces pero su forma de ser me fastidiaba, incluso me hacía enojar, no pensaba en nadie realmente así que solo murmuré- Walter es una persona especial en mi vida, lo siento- En ese momento sentí que había involucrado al problema a mi mejor amigo, no tuve otra opción, quería seguir en calma y era un chico muy orgulloso, de esa forma también comprobaría si aquel chico era lo que realmente pensaba, un amigo confiable. La joven explotó de rabia, tanto que hasta se notaba en sus ojos aquel odio, ella estaba obsesionada y alguien iba a salir lastimado en cualquier momento, podía ser yo o podía ser mi amigo, incluso ella, ninguno lo sabía ¡Oh por Dios, había arriesgado la vida de mi único mejor amigo! Eso era lo que yo pensaba, salí corriendo a buscar a Walter, no quería que nada malo le sucediera, era como un hermano para mi, su familia sufriría demasiado también, pues el era hijo único. No tuve opción, lo primero que hice al verlo fue abrazarlo con lamentos fríos, el muchacho no entendía nada, solo sonrió como siempre y también me abrazó, ante esa imagen errónea, Erica estalló de celos, quería estar conmigo a toda costa, una pequeña mentira generó un gran problema, pues ella se encontraba medicada por los psicólogos y contenida por su familia, incluso sufría esquizofrenia, razón por la cual nunca quería aceptarla. Pasaron meses desde entonces, ella no volvió a hablarme nunca más, las últimas tres semanas no vino al colegio, ya me sentía aliviado, estaba tranquilo pues no hubo ningún rumor y tampoco ocurrió tragedia alguna, solo que Walter se acercó levemente hacia mi, algo serio- Emanuel…- Yo solo cerré mis ojos- ¿Qué quieres Walter?- Éste se acercó hacia mi y susurró en mi oreja- ¿Eres homosexual o solo le has mentido a la pobre Erica?- Ante esa pregunta me estremecí y dudé largo rato, si decía ser homosexual tal vez perdería a mi mejor amigo pero si mentía tal vez el correría a aclarárselo a la rubia, quien se enfadaría aún más y ya bastante miedo daba, ante el miedo y las dudas arriesgué y opté por responderle- Le he mentido a Erica, estaba cansado de su maldito acoso, no sabía que decirle- Walter solo sonrió tranquilamente- Menos mal, pensé lo peor por un momento, la pobre Erica te quiere demasiado ¿Sabes?- acariciándose la cabeza- Y tu también la quieres de esa forma ¿Por qué no la aceptas como tal?- Al escucharlo posé mis manos sobre el banco y apoyé mi cabeza encima, estaba cansado de tantos problemas- Lo siento, no puedo aceptarla así, está obsesionada ¡Demasiado! Si fuese más normal yo no tendría ningún problema pero…es imposible ahora- Walter suspiró y miró hacia la ventana- Hoy es un día nublado ¿Verdad?- Al escucharlo miré por la misma ventana, observando el cielo que estaba repleto de nubes grises- Tienes razón, seguro va a llover- Mi amigo sonrió nuevamente- Lo dudo, tal vez habrá mucho viento pero nada de lluvia, mejor te lo aseguro- Luego de aquella charla intensa todos nos retiramos de la institución para volver a casa, en lo que vacilé poco tiempo y me acerqué a Walter- ¿Puedo ir a tu casa?- El joven solo me miró extrañado- amm…No, está bien si voy solo, espero que no te molestes, si quieres te acompaño- Riendo torpemente- ¿No deberías ir a tu casa primero?- Suspiré un rato y volví a mirarlo- Lo siento, no gracias ¿Te puedo acompañar?- Walter abrió los ojos un poco sorprendido por la pregunta- ¿Eh…? No, mejor te acompaño yo, parece que no quieres ir solo- Al escucharlo agaché la cabeza rendido pensando- “Otra vez lo entendió mal, no quiero que vos vayas solo, es peligroso con la loca, algo me dice que esto va a terminar mal”- Sonriente- No gracias, estaré bien, suerte entonces… ¡Cuídate!- Con aquellas palabras me dirigí corriendo a mi casa, sintiendo la mochila algo liviana, por lo que me detuve- Mi…-Recordando haber dejado algo importante en el colegio- ¡Mi carpeta!- Dando media vuelta y corriendo a toda prisa- Tengo tiempo, el preceptor no se ha ido todavía, si pudiese llegar más rápido yo…-En ese mismo momento choqué con Erica, quien tenía mi carpeta en sus manos, las cuales estaban manchadas con un líquido rojo. Al verla en ese estado de locura asesina, retrocedí levemente, temblando y lleno de temor- Erica…- La joven se acercó corriendo y me abrazó fuertemente entre llantos y gemidos llenos de sufrimiento- ¿Por qué? ¡¿Por qué tu me engañaste así?!- Al oírla me asusté demasiado, abrí mis ojos mas grandes, asombrado, espantado y con pensamientos confusos-“¿Por qué sabe que la engañé? ¿Acaso el…?”- Empujando a la chica- ¡Aléjate de mi, eres una loca, una desquiciada, no te he engañado!- La joven estalló en llantos, no sabía que era más doloroso- ¡Eres muy cruel- Cambiando su tono a uno mas tenebroso- ¡Te odio, eres un maldito!- Con aquel grito lleno de dolor y locura, comenzó a golpearme salvajemente con la carpeta, por lo que yo no pude hacer nada salvo cubrirme con mis brazos y retroceder- ¡Cálmate! ¡ERICAAAA!- La rubia no me escuchó y siguió golpeando, tomándome del brazo sin dejarme ir, sacando una fuerza abrumadora, de la cual nadie podría escapar, de esa forma caí al suelo, cansado y apenado pues ya no tenía más ánimos para continuar- E…ri…ca- La rubia ya no podía más de la ira, se lanzó encima mío y siguió golpeando con la carpeta en mi cabeza sin estar satisfecha por lo que me tomó del brazo bruscamente y con la otra tomó un lápiz, el cual se encontraba en su bolsillo, al verlo me asusté aún más, intentando apartármela inútilmente entre desesperos- Erica…¡No creo que estés lo suficientemente loca para eso, se que estas enojada conmigo pero…-Forcejeando- ¡Te quiero Erica!- Aquellas palabras no llegaban a la chica, quien no escuchaba nada de lo que decía, en lo que clavó su lápiz en mi ojo izquierdo, generando un grito desgarrador, sin ser escuchado por nadie pues esa calle estaba desolada- Erica detente ¡Por favor! Te ignoraba porque quería evitar esto, parece que a ti ya no te importo…- La rubia sonrió enloquecida, haciendo una seña negativa, afirmando que yo ya no le importaba- ¿Ves lo que generas Emanuel? Esto es lo que ganas por ser cruel, discriminador y prejuicioso, nunca te voy a dejar- Clavando el lápiz en el ojo derecho, el cual generó otro grito aún más fuerte y con demasiado sufrimiento pues ya me estaba desangrando- Eres muy cruel…Erica, creo que esto es lo que me gano ¿Verdad?- Sonriente- Al menos estoy pagando mi deuda contigo- Así comencé a palidecer lentamente, cerrando mis parpados exhaustos, dejando lagrimas abundantes coloridas en rojo, manchando el suelo y cansado ya de sufrir el temor y el acoso de la pobre Erica, quien arrojó aquel lápiz al río y se volvió a su casa satisfecha, hablando sola. Por otro lado, Walter pasó caminando y al verme desplomado en el frío suelo se acercó corriendo espantado y horrorizado, notando mi piel fría como el crudo invierno, confundido y lamentando el haberle contado la realidad a aquella loca, mientras que yo observaba todo desde las orillas del río, mi figura invisible, mi alma, allí están… donde pienso todos los días en aquella tragedia causada por la pobre Erica.
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