El círculo comienza a cerrarse de una vez y para siempre.
Con tu partida, atrás quedará esa época del patio grande y los recuerdos más hermosos de nuestras vidas.
Con tu partida, todos los llantos pendientes y las tristezas de una época intermedia se cierran para dar paso a los recuerdos imborrables.

No habrán llantos arrepentidos porque te diremos adiós mirándote a los ojos, viendo esa chispa apagarse para siempre en nuestras pupilas y dejarnos el reflejo de los mejores años de tu vida entre nuestras memorias indelebles.

No se agotará el rumor de tus ladridos, no se agotará en los recuerdos que sobreviven entre llamaradas de cariño y de un despertar de nuevo en esa noche de mayo en que llegaste a cambiar nuestras vidas y la tuya.

Te juro que no lo olvidaré. Y que mi vida ha sido feliz por y con ustedes dos.
Ahora, márchate con tu hermanito y no te esfuerces nunca más en levantarte trabajosamente porque ya no lo necesitarás más.

Adiós. Adiós y hasta siempre. Cierra por fin este círculo angustioso y déjanos llorarte como bien te lo mereces.
Deja atrás y con nosotros las remembranzas lejanas, ajenas de preocupaciones tan llenas de nostalgia, para inundar todos los rincones con tus ladridos incesantes de hambriento centinela.

Desde el aprender a dormir en la cajita con la frazada verde hasta mirar apostado en la ventana.
Desde tus corridas al fondo hasta el último exhalo de tu respiración entrecortada que aun oigo mientras brotan estas líneas.

Déjanos ya, con la satisfacción de haberte recogido y de haber podido ser la familia que hubieses deseado. Ahora, estás en buenas patitas. te espera nuestro mejor amigo para correr por los eternos patios de las alturas; allá arriba, donde ya no será necesario que nadie te recoja de la lluvia un dia otoñal entre los repuestos de un taller mecánico como fue en esta vida.
Allá arriba. Porque estoy completamente seguro de que tu y todos los perritos se van al cielo.


Para el Cerdito, que se apaga mientras esto termina de plasmarse aqui.

El Coronel