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Rita esperó a su pareja en ropa íntima sensual un viernes por la noche, esa ropa íntima que prácticamente no sirve para ser usada, sino para prometer, y una vez puesta solamente invita a desnudar. Después de 10 años de matrimonio Rita decidió hacer algo diferente, usar por primera vez ese tipo de ropa, seducir a su esposo en vez de comenzar a tocarlo ya estando en la cama a punto de dormir.

Ariel llegó como cada día después del trabajo; cansado y esperando algo de cenar. Pero fue sorprendido, en lugar de encontrar a su mujer en la cocina o viendo la telenovela, la encontró sentada en la mesa del comedor, sí, en la mesa, con ese atuendo de encaje negro. Tiró su portafolio al suelo, se aflojó la corbata y se abalanzó sobre aquella mujer que desconocía, la besó apasionadamente, la tomó por la cintura y la llevó a la recámara, detrás de ellos se cerró la puerta.

Ambos cayeron en la cama y Rita comenzó a desvestirlo, para ese momento los eventos se sucedían rápidamente, como si tuvieran prisa, como si no vivieran solos, como si los niños pudieran salir de la casa de la abuela en cualquier momento, entrar a la recámara y pedir un vaso con agua.

Rita logró despojarlo de sus prendas rápidamente y mientras palpaba con su mano el ya endurecido miembro de Ariel, besaba su pecho; lentamente comenzó a bajar hasta su abdomen y después a hacerle lo que tanto lo estremecía, esta vez Rita duró muy poco en esa parte del ya rutinario acto, inmediatamente volvió a subir a la boca de Ariel mostrándose ansiosa.

Respondiendo Ariel al ritmo de Rita, la desvistió en un abrir y cerrar de ojos, respondió al desenfreno de su mujer y rápidamente pasó de besar sus pechos, a perderse en su entrepierna; él sí duró un poco más, hasta que el cuerpo de Rita se contrajo en un espasmo.

Acto seguido y ante el asombro de Ariel, Rita se levantó y tomó el camisón de franela que había dejado estratégicamente a la mano y unos calzones dignos de una octogenaria; comenzó a vestirse. Ariel la miraba con los ojos desorbitados sin entender lo que pasaba. Cuando Rita se abotonaba la horrible bata Ariel recuperó el habla:

Ariel: ¿Qué pasa? ¿No vamos a seguirle?
Rita: ¿Seguir con qué? Yo ya terminé
A: ¡Pero yo no! ¡Iba empezando!
R: Para que veas lo que se siente, grandísimo cabrón.

Rita se metió debajo de las cobijas y se dispuso a dormir.

Texto agregado el 31-03-2011, y leído por 202 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
10-08-2011 ayyy asi para que seguir... blaumblaum
21-04-2011 uuuyyyyyy fuerte relato..... lmarianela
01-04-2011 Es lamentable que Turin piense que es chiste. Es una realidad inmensa por lo triste y frecuente. Obviamente me refiero a la insatisfacción de la mujer en lo sexual. Cada vez menor por cierto porque existen Ritas. NeweN
31-03-2011 MUY BUENO!!! un gran adorno a la historia de muchas todos los día :) edelweis
31-03-2011 jaJajaAJaJa ajjaajAjAaJa, bueno el chiste. Saludos, TURIN
 
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