Pretender ser la imagen
que recrea la virtud exaltada
de los amantes enamorados.

En el frenesí de una libélula
engarzada, en las aguas de su rio

En ese mar contagiado de silencios,
con la frenética música de sus olas.

Dibujando la esbelta fragilidad de su gracia,
que se derrama en las vastas marinas.

Dos amantes vigorosos, virtuosos,
que iluminan las aguas románticas,
ardorosos de pasión palpitantes
bailando, compenetrados, unidos.

La sirena, el poeta, y la verde maraña
profunda, de la mar difuminada
en la las aguas que gimen y lamen
con sus lenguas de fuego languideciendo
de amor.

Azul cielo los cubre y define con su luz,
un acorde que anuncia su lenguaje amoroso.

Irreal en esos ojos cautivos que adormece
en secreto, el volcán reflotando su barca pasional.

La danza sutil estimula la vibración
de las aguas danzantes y alertas,
de la espuma y el aire que brotan
insaciables de fuego y de sangre.

MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI