El curioso caso de la última bruja y de su príncipe desencantador
Confesiones de la última bruja (primera entrega):
Yo era una bruja común y corriente. Vivía en una choza oscura y tenebrosa, en medio de un bosque lleno de ogros, duendes y otros animalillos encantados. Tenía, como todas, una gran cacerola humeante donde cocía a fuego lento pócimas de amor, venenos para dormir eternamente, y otras menudencias que de vez en cuando me pedían los reyes, príncipes y princesas del Reino.
Entonces la cosa empezó a ponerse fea. La gente ya no confiaba en las brujas. Los niños nos perseguían con trinchetes y los adultos nos lanzaban en hogueras sólo para ver cómo sobrevivíamos al fuego gracias a nuestra magia. Una por una, mis colegas fueron dejando la carrera, deshechizaron sus escobas y aprendieron a cocinar estofados para ganarse la vida de un modo menos mágico. Al final sólo quedaba yo: la última bruja del mundo conocido.
Diario del Príncipe Arqueólogo.
Lunes, 18 de enero de 2011
Hoy al fin estoy logrando mi sueño. Después de muchos estudios podré demostrarle a la humanidad mi teoría: los cuentos de hadas son reales.
Siempre lo supe, desde niño me afané por buscar sapos encantados, escobas voladoras y demás artimañas mágicas escondidas en los sótanos de mi castillo, o enterrados en sus antiguos jardines. Al final dejé los asuntos del palacio a mi Padre, el Rey, y me fui con mi verdadero amor: la arqueología.
Año tras año he vivido en distintos yacimientos, buscando las pruebas de que en verdad existieron hadas, ogros, princesas encantadas y malvadas brujas. Cuando llegué a este terreno y vi por primera vez la chimenea humeante que sobresalía de entre las piedras, supe que aquí estaría el eslabón perdido. Contraté máquinas, excavadores y especialistas. Levantamos con mucho cuidado cada roca, cada capa de tierra y cada rama que los siglos depositaron sobre esa choza hasta enterrarla… sabía que era algo grande ¡Pero nunca creí encontrar tamaño tesoro!
Una bruja, de carne y hueso, roncando a más no poder y arremingada en su cama. La gran capa de telarañas que la cubren demuestra que la pobre no se ha movido al menos en mil quinientos años… ¡Este será el descubrimiento más grande de la historia!
Confesiones de la última bruja (Segunda Entrega)
Lo cierto es que me aburría. De pequeña, mi madre, una gran hechicera, me lo advirtió- Querida mía, has nacido para ser bruja, bruja serás por los siglos de los siglos, hasta que te canses de vivir y le abras la puerta de tu casa a la Pelona- Por eso, al verme tan sola y desamparada, sin trabajo y poco qué hacer, decidí que ese no era un buen momento para mi estilo de vida. Tampoco era una bruja suicida ¡sálveme la Gran Escoba! pero pensé que lo mejor sería dejar vivir a la humanidad sin encantamientos por un tiempo.
De ese modo, tomé mi gran cacerola y lancé adentro una manzana envenenada, dos agujas marca Bella Durmiente y un reloj estilo “a las doce se acaba el hechizo”, eso sí, sin pilas, para que se mantuviera mi pócima durante más tiempo. Un poquito de miel, unas gotitas de limón, un par de palabras mágicas y el brebaje estuvo listo.
Ya ordenados todos mis asuntos, besé con cariño a mi querido espejo mágico, lo metí debajo de la almohada, me senté con cuidado en mi cama y me bebí la pócima, toda todita, de un solo trago. Desde ese momento no supe más de mí, hasta hoy.
Diario del Príncipe Arqueólogo.
Lunes, 20 de Enero de 2011
Después de estudiar a profundidad toda la literatura fantástica que ha sobrevivido hasta hoy, creo que he conseguido el secreto para despertar a la bruja del yacimiento. Es por eso que hemos decidido hacer una rueda de prensa con todos los arqueólogos, periodistas, científicos, historiadores y escritores duchos en la materia. Aparte, hemos querido invitar a un panel de niños especialistas, auténticos comedores de cuentos de hadas y lectores de fantasía, que demostrarán la autenticidad de mi bruja.
Debo confesar que no he podido pegar un ojo en dos noches. Desde que la vi metida en esa gran tela de araña, roncando plácidamente sin enterarse del desorden a su alrededor, no dejo de pensar en ella. Siempre nos dijeron que las brujas eran seres feos y despiadados, con cabellos de alambre y verrugas gigantescas en la nariz. Mi bruja no es así. Imagino que en su época era terrible ver a una muchacha joven como ella, con el cabello corto peinado en pinchos con puntas azules, vestida de pantalones y con una capa multicolor escarchada y brillante. No sé cómo habrá hecho para mantener ese aspecto durante tantos siglos, ni cómo su ropa no se ha echado a perder con el polvo y los insectos, pero allí está ella, resplandeciente.
¡Pero no nos dejemos llevar por asuntos que no sean meramente científicos! Hoy, al fin, engancharemos casa, cama y bruja a un helicóptero y la trasladaremos hasta el gran teatro desde el cual haremos su presentación oficial al mundo entero. Luego hay que despertarla, y para eso, acudiremos al más práctico y elemental ejercicio de desencantamiento conocido: el beso de un príncipe azul. No estamos seguros de que el hechizo sirva en brujas, pero como sabemos su efectividad sobre princesas dormilonas, lo más seguro es que funcione. Claro, al no tener otro príncipe desencantador a la mano, no me ha quedado más remedio que sacrificarme en favor de la ciencia, y ser yo el conejillo de Indias que bese a la bella bruja durmiente para liberarla de su profundo sueño ¡No puedo esperar el momento de despertarla!
Confesiones de la última bruja (Tercera Entrega)
Yo venía soñando por millonésima vez con un mundo libre de todo peligro para la brujería, cuando de pronto empecé a despertar.
Un hechizo tan potente como el de la dormidera, suele terminar por partes. Es así como primero se me despertaron los labios. En medio de mi sueño empecé a sentir un calorcito bastante cómodo que empezaba en la punta de mi boca y se esparcía por toda mi cara. Lo siguiente fue la nariz, y cuando aspiré, juro que recibí el aroma más delicioso de todos los que he llegado a oler jamás. Mi cerebro empezó a maquinar sobre los posibles componentes de ese fantástico perfume, y al no poder dar con ninguno acabé por abrir los ojos. ¡Oh, Gran Escoba! ¡Estaba siendo besada por un príncipe azul! Y el fantástico olor era nada m´s y nada menos que su perfume…
Mi primera reacción fue saltar despavorida, porque como todo el mundo sabe, los príncipes azules suelen cortarles la cabeza a las brujas como yo, pero entonces pude ver que las cosas habían cambiado bastante… Del techo de aquel salón caían chorros de luz brillante que iluminaban el ambiente a pesar de no haber ventanas…
De pronto sonó una extraña voz proveniente de ninguna parte – Señoras y Señores, público presente, como pueden ver, hemos tenido éxito… ¡Hemos despertado a la última bruja del mundo!- A esa voz de ultratumba la siguió una multitud de aplausos, y fue entonces que pude ver las cientos de personas, todas con artefactos mágicos, que aplaudían vigorosamente desde un palco.
Algunos sostenían aparatos en sus manos y los acercaban a sus orejas mientras parecían hablar con ninguna persona… una mujer sacó de su bolsillo un pequeño cajoncito del que, a la orden de un chasquido, salió una pequeña llamarada… la voz de ultratumba volvió y entonces pude notar que había un hombre pronunciando las palabras frente a un tubo con cabeza redondeada, que al parecer amplificaba su voz para que llegara a todos los confines… ¡MAGIA! ¡El mundo había evolucionado hasta volverse un lugar lleno de Magia! Y, al parecer, todos estos hechiceros estaban esperando por mí.
Diario del Príncipe Arqueólogo.
Lunes, 23 de Enero de 2011
Al principio temí lo peor. Cuando besé a mi hermosa bruja… perdón… al objeto de mis investigaciones, logré despertarla, pero también le di un susto de muerte. Pensé que me lanzaría un hechizo para convertirme en sapo, pero justo entonces ella comenzó a observarlo todo a su alrededor. Lámparas, teléfonos celulares, el micrófono, hasta un simple yesquero, todo parecía llamar poderosamente su atención. Entonces lo comprendí. En la época de donde ella provenía jamás se hubiera pensado en este tipo de artefactos.
Pero no había tiempo para explicaciones. El panel de niños especialistas estaba ansioso por comenzar las averiguaciones. Yo temía por ella, pensando en la posibilidad de que quisiera huir, y por eso la tomé suavemente del brazo y le prometí que nada le pasaría y que iba a cuidar de ella con mi propia vida. La llevé hasta el centro del escenario y le expliqué rápidamente en qué consistiría todo.
-Verás, hermosa bruja, estos niños han leído todo tipo de cuentos de fantasía. Saben todo lo que se puede saber acerca de hechizos, brujas, príncipes, princesas y hadas. Yo creo completamente en ti y en tu autenticidad, pero, como hoy en día no existen las brujas, deberás convencer a toda la humanidad acerca de tu procedencia mágica. ¿Preparada?
Ella sólo respondió con un breve sacudón de cabeza, y se plantó valientemente en su lugar. El primero en preguntar fue un niño pecoso de unos 8 años:
-Veamos, Señora Bruja. Siempre se nos ha contado que las de su clase tienen caras horrendas y verrugas gigantescas en la nariz. ¿Puede usted explicar el por qué de su hermosura? -Fácil- dijo ella- Nos hechizamos a nosotras mismas para poder asustar mejor a los niños fastidiosos como tú-
Acto seguido, mi bruja se tocó la punta de la nariz, y después de un chispazo apareció ante nosotros con la cara más fea que jamás hayamos podido ver… pero no iba a ser fácil convencer a estos niños, tan acostumbrados a la tecnología – Bah!- dijo el pequeño- Eso no es magia, ¡cualquier cirujano plástico arregla y desarregla una cara con un poco de Botox!
Mi bruja se veía sorprendida, y su cara espantosa se fue de un soplo, dando paso al rostro angelical al que ya me venía acostumbrando. Entonces fue el turno de la segunda panelista: una jovencita morena, con pinta de haber leído todos los libros de fantasía que se han publicado hasta ahora – Dígame, señora antigua, ¿tiene algún hechizo qué mostrarnos? Algo realmente mágico podría demostrar su verdadera identidad-
Al punto mi querida bruja levantó sus manos hacia la joven, y en un santiamén ésta dejó de estar ahí. En su lugar apareció una gallina escandalosa que brincó sobre las cabezas de los presentes y huyó por la puerta trasera. –¡Ilusionismo!- increpó el tercer panelista- Todo el mundo ha visto a magos de pacotilla hacer mil veces ese truco por televisión.
La bruja se veía bastante incómoda. Hubiera dado lo que fuera por saber lo que pasaba por su cabeza justo en ese momento. Pero no hubo tiempo de nada más. Otro niño igual de despiadado la interrogó-
-A ver, supuesta bruja, si tanto sabe usted, demuestre sus dotes adivinatorias y dígame algo de nuestra época que sólo nosotros sepamos- La hechicera bajó hasta su antigua cama, y sacó de debajo de la almohada un pequeño espejo.
-Espejito, espejito, dime, ¿sabes tú quién es la mujer más bella del universo? – Al instante el espejo comenzó a lanzar chispas, y apareció ante nosotros un rostro hecho de sombras, que con voz lúgubre respondió – Caramba, mi querida bruja… en esta época es difícil contestar a tu pregunta… a ver… hay mujeres que son llamadas “Modelos”… pero también hacen encuestas en revistas, preguntando a sus lectores qué actriz les parece más bonita… También hay concursos gigantescos donde deciden, cada año, quién tomará el puesto de la mujer más hermosa… y a esa mujer la llaman... “Miss Universo”… si, puede que la más bella sea esa tal “Miss Universo”, tomando en cuenta los cánones de belleza de hoy…
-¡Ahí lo tienen!- gritó la bruja en tono triunfante, pero su alegría no duró nada, porque un pequeño pícaro como el demonio respondió
-Eso estuvo fácil, bruja. Internet. Y por cierto, tu conexión parece bastante lenta… ese espejo se ha tardado demasiado en dar con la respuesta.
Mi pequeña brujita se veía desconsolada… y aún debía pasar por el interrogatorio de una última niñita…
-Señora Bruja- preguntó- ¿de qué año viene usted?
Mi pobre bruja parecía a punto de llorar. Por supuesto, no sabía la respuesta, así que, como se lo había prometido, entré a rescatarla-
-Señorita, yo puedo responder a esa pregunta. Es obvio que nuestra hechicera no sabe cuánto tiempo ha permanecido dormida, así que debe desconocer este dato. Verá, como arqueólogo, puedo asegurar que los materiales utilizados en la construcción de su casa, así como el desgaste que hemos visto en el suelo donde hicimos la excavación, demuestran que la bruja tiene una antigüedad (y no es por ofender a la Señorita bruja, quién se conserva muy bien) de aproximadamente… mil quinientos años con tres días.
La niña parecía pensativa, y al cabo de un momento, preguntó:
-Señora bruja, ¿cómo era todo en ese entonces?...
Confesiones de la última bruja (Cuarta y última Entrega)
Esa niñita preguntona fue mi salvación. Estaba a punto de utilizar mis últimos cartuchos mágicos para hacerme regresar a mi propio tiempo. Este mundo me aterraba… ¡ahora todo parece brujería! Mis antiguos hechizos han pasados de moda… pero no podía irme sin dar una oportunidad a mi príncipe desencantador.
Jamás pensé que un beso de amor pudiera despertar a una persona sin antecedentes Reales. Que el hechizo se deshiciera en mí, una pobre bruja sin ninguna clase social, ha sido toda una revelación. Al final mi príncipe ha demostrado que la magia no está destinada solamente a gente de alcurnia, y que en el fondo, todos somos iguales: príncipes, brujas, aldeanos y marqueses. Eso, y mi príncipe, hacen que este siglo me guste más.
¿Qué cómo hice para sobrevivir sin hacer brujerías? Fue fácil. Durante la entrevista, todas mis energías mágicas se fueron en demostrar que era una bruja auténtica, pero cuando esa niña me preguntó cómo era la tierra en tiempos de las brujas, descubrí mi verdadera vocación.
Empecé contando la historia de mi pobre madre, y de cómo un príncipe azul, despiadado y feo la lanzó por un precipicio por haber encerrado a una princesa en su palacio. Luego hablé sobre las hadas y sus travesuras, sobre los ogros que me cuidaban cuando los cazadores de brujas quisieron atraparme, y sobre mis hermanas hechiceras. Al final estaban convencidos. Las historias demostraron que soy auténtica, y contarlas fue tan divertido que eso se volvió otra razón para quedarme aquí. Ahora soy una bruja cuenta cuentos, me casé con mi príncipe arqueólogo y vivimos viajando por el mundo entero, él en busca de artículos de magia antigua, y yo asustando niños, ya no con mis malévolos hechizos, pero sí con historias de dragones, sortilegios, princesas y brujos… cuentos de aquellos tiempos en que la magia no era, como hoy, cosa de todos los días.
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