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Hay días que en la comida pienso en ella. Veo el menú y me gustaría saber qué elegiría. Seguramente iríamos a un Sanborns, en esos lugares se diluyen todas las referencias y podríamos pasar de la mesa al bar de manera discreta y casual. Supongo que pediríamos cervezas y que nos tendrían que rellenar el platito de cacahuates varias veces. Aunque yo preferiría una cuba para ir acortando el camino a lo que de verdad nos importa.
A veces pienso que si estuviera aquí ya la hubiera fecundado. O no, pero en algún momento hubiéramos hablado de las pastillas o del condón o le habría preguntado si me podía correr dentro. Luego vislumbro la tragedia de tener un hijo -o de no tenerlo- y de solventar el problema y entonces es cuando agradezco que sea sólo un manojo de letras que responde adecuadamente en horario de trabajo. Es una mujer que traigo puesta en la cabeza y que me construí con patrones de papel delgado como los que usaba mi madre para hacer vestidos. Ella sólo pone las líneas punteadas. Yo la hilvano y la deshilvano…
Tonterías. Si no nos es lícito coincidir en la mesa mucho menos lo sería en el día a día, porque no condescender ha sido parte sustancial de este cruzamiento discursivo. Digo cruzamiento y pienso en aparearme con ella. Así, aparearme, brutalmente y sin hablar. Hemos dicho tantas cosas que sólo nos falta el silencio y es que justo ahora su silencio es que no exista y que no exista resulta conmovedor y práctico. Un silencio particular, pues su voz no ha llegado nunca a mis oídos y es lo mismo leerla que pensarla. De pronto dice cosas brillantes, se convierte en una idea, un frontón devolviéndome con ritmo la jugada. Y luego dice muchas tonterías y es cuando pienso en sexo, pienso en horadar la idea, en violarle todas sus letras con mucha rabia o con minucia obsesiva para desabrochar puntos y comas y hacer de ella una vocal abierta de las patitas, una A que se tensa y se distiende y no deja de emitir su sonido en todas las frecuencias que le son posibles. Así debe ser, así la imagino. Será por eso que me obsesiona follarme a la nada, que le digo algunas cosas que pretenden ser calientes y es entonces cuando digo que voy al baño y regreso liberado a archivar algunas cosas que se quedaron pendientes. Es cuando agradezco ella que sea sólo un manojo de letras que responde adecuadamente en horario de trabajo.
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Texto agregado el 29-03-2011, y leído por 102
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