Basta con una mirada para quitarme el aliento, y tu indiferencia para mortificarme de por vida. Una sonrisa para la locura que tanto anhelas de mi alma rota y atormentada.
Miradas encendidas con la chispa del rencor y la incertidumbre y los cuestionamientos de dos mentes ensimismadas.
Un corazón que no sabe qué decir… y otro que no sabe qué oír…
Una mirada que ruega el olvido de lo no vivido
Una mirada que reclama la vida que le perteneció
Memorias rotas, memorias atadas, memorias olvidadas por el tiempo frío lejos del amor ahogado entre tantos días oscuros y ya pasados.
Puñales en cada lengua que escupe el dolor y la tristeza que ha llenado los vacíos corazones del tiempo…
Tiempo, tiempo, tiempo decimos… oscuros días, oscuras noches, sin luceros, sin lunas, ni cometas.
Días en que el sol ha dejado nuestro cielo muerto… y días grises sin arco iris bajo la lluvia amarga.
Amargura en las bocas antes dulces, llenas de lágrimas mortíferas por el veneno oculto en las almas muertas que nos habitan.
Sueños rotos, ilusiones caídas, esperanzas perdidas, como aves con alas rotas heridas a medio camino… heridas imborrables, cicatrices inocultables, frente al dolor que no se puede anestesiar.
Oh, por una mirada que me infarta…
Por una palabra que te ahoga…
Cada día que vivimos luchando por sobrevivir el uno del otro en nuestra guerra.
Peleando sin tregua por el amor oscuro que nos golpeó.
Oh, esgrimiendo palabras hirientes y asesinas, con el odio latente en tu corazón de hielo y en mi ponzoñosa lengua podrida y sin amor.
Corazón dije… pero no hay corazón en estos muertos, no en estos monstruos heridos por el orgullo y la indiferencia de la que nos alimentamos.
Cómo el fuego del remordimiento ha desfigurado cada palabra que sale de este sepulcro
Cómo tus ojos contemplan mi entierro, cual fuera tu fiesta sagrada…
El ansia por salvar lo que fue nuestro…
Y el deseo de enterrarte viva…
Cuando nuestras almas padezcan por la causa que nos unió y nos dividió.
Mirando nuestro cementerio bajo las vidas que nos han condenado
Rasgando dos almas que nunca nos pertenecieron
Y muriendo desde adentro puedes oír mi voz clamando por tu corazón negro… ¿corazón?
Aún veo tu mirada triste y airada
Y oyes el silencio de mi boca incapaz ya de maldecir el día que te amé
Fría indiferencia que marca mi rostro con fuego
Como estacas al corazón, oh tus miradas hirientes y oscuras
La ignorancia de la que soy perpetuo esclavo y las cadenas que me atan a tus manos, asesina, maldita y dulce, llena de odio y rencor…
Serás presa de mis labios y mi venganza insaciable, no te lo juro, pero por el fuego que prende mi inexistente corazón, por la razón que no me pertenece, y por la locura que me ha poseído, conocerás, oh tu, alguna fría noche en que mis palabras cobren vida, a tu asesino. |