Si llegaras un día
a mis brazos cansados
con la disposición de darme
una sonrisa,
si confiaras de nuevo
y vivieras mi tiempo,
si al fin me permitieras
entrar en tu santuario;
si llegaras un día
con el sol de tus horas
entibiando el postigo
de mis lágrimas;
si tus ojos me dieran
de nuevo sus pañuelos,
si abonara mi alma
con tus besos;
si rompieran las nubes
sus destellos oscuros,
si crecieran retoños
de tu pelo;
si de nuevo creyeras
en mis lápices viejos
y entre líneas mi amor
asimilaras;
si apartaran tus manos
las cortinas
de dudas, que te obstruyen
las ventanas;
si volvieras un día
a mis brazos abiertos
y cerraras los ojos
al mañana…
si volvieras un día
a mi vida, de nuevo,
yo también volvería
a entregarte mi alma.


("Donde vuelan los colibríes")