Saudade.
No importa cuántas veces lo hagas, despertar en un sitio en el cual no llamas casa siempre es extraño. Esta mañana me acerque a admirar el cielo por la ventana que está arriba del mueble, tuve que retirar con cierto cuidado las plantas de Antonio para abrirla. Y es que hacía mucho que no lo hacía, mirar el día, es por ese algo que es diferente siempre en él a diario, en el que notamos ciertas transiciones que bien un día puede ser de un precioso azul y regalarte una preciosa sonrisa, en mi caso una un tanto torcida; y al otro puede ser obscuro lleno de nubarrones y con ese olor a lluvia que permite el más triste de los pensamientos. No sé cuánto tiempo pase recostado ahí, admirándolo… pero sé que fue mucho, o lo suficiente para que me quede grabada en la memoria esa imagen, que mas que una imagen fue una sensación. El tiempo se divide técnicamente y generalmente para todos en minutos, para algunas otras personas, como yo o Antonio, en momentos, siempre me ha agradado la idea de conceptualizar una palabra, una imagen o un sonido, primero en una sensación, luego en un momento y guardarlo en la memoria… se puede tomar como un mal hábito, pues eso te hace esclavo de tus recuerdos.
Aun guardo las cartas de Marlene, las ojeo un poco de vez en cuando... que va… las leo completas y me fijo de los detalles más absurdos como en como escribió la “a”. Cuando la conocí, no espere nunca que fuera a ser un importante momento, claro que un hola lo escuchas a diario, pero todo es diferente cuando ese primer hola se convierte “algo diferente”. Para mi desgracia no pudimos pasar tanto tiempo como el que queríamos pasar, solo con una par de días supe que había algo que me marcaria un profundo interés en ella, algo que no puedo llegar a conceptualizar en una palabra, una imagen, ni en un sonido, es supongo esa fusión de todas esas cosas llenas, porque ella está llena de todas ellas… Marlene se encontraba solo por un tiempo en la ciudad en la que yo vivía, un hecho un sumamente inquietante por que introducía un nuevo obstáculo en poder pasar otro momento más con ella. Cosa que por un tiempo pudimos solucionar, gracias a que existen las letras y la correspondencia, me encantaba poder leerla y todas las cosas extrañas de las que hablábamos, como es que soportaban mis dejes depresivos siempre tratando de mediarlos, algunas veces inevitablemente no lo conseguía. Siempre me pareció extraño que ella me devolviera las palabras por aquella temporada, me es difícil concebir a alguien formar un gusto en las cosas que escribo. Mencione por un tiempo que aquello soluciono el obstáculo, por alguna razón al tercer mes de comunicarnos, ella simplemente dejo de hacerlo, aun no entiendo porque lo hizo, la última carta era no parecía muy distinta a las demás… sencillamente ese no entendimiento de la situación me cerco en una duda que debía solucionar. Una duda que es la mera razón por la que estaba hace un momento recostado en un mueble viejo, en este departamento de una ciudad que no conozco, buscando a alguien que aparentemente no quiere se encontrado e inundando mi memoria de recuerdos.
Hace un más de un mes que estoy en mi indagación, no has sido tan malo realmente, he conocido a mucha gente amigable, aparentemente por acá el ser un viajero con acento, es sinónimo de amabilidad, muy a mi fortuna no me fue difícil adaptarme. Entre aquellos más notables que conocí, esta sin duda mi vecino Antonio, alguien con una revolución encima que solo él conocía, a diario me despertaba el ruidoso sonido de su motocicleta, una royal einfield un tanto desgastada pero enriquecida por las experiencias, lo sé bien pues de vez cuando nos topábamos en el pasillo, se tomaba un tiempo para contar entre otras cosas, acerca de los lugares que había visitado y también había lapsos como de debate intelectual. Escucharlo era interesante y un reto más o menos en proporciones iguales, realmente el tipo no podía hilar una historia concreta, todo era en partes con cierta característica de rompecabezas. Las cosas que pude armar de su historia era que por alguna circunstancia de amores dejo la facultad de química, y emprendió un viaje para olvidarse de aquella que se había enamorado, era difícil creerle que lo hizo para olvidar, pues siempre guardaba consigo una fotografía de aquella novia o lo que fuera, muchas veces disimulando mientras hablábamos sacaba la fotografía del bolsillo y la miraba desconsolado por un instante, mientras se llenaba el corazón de humo y exhalaba melancolía con olor a licor no muy caro; después me entere por otras vías, que bien siendo departamentos, las cosas no quedan mucho a secreto, que aquella chica de la fotografía había enfermado y que Antonio había escapado para no soportar la tragedia. Bastante lamentable y un poco me dejo asombrado el hecho, pues alguna vez tome a Antonio como alguien con cierto apego a lo real, que siendo químico e inteligente era raro que encontrara una salida tan como esa, de alguna manera difícil de entender con aires románticos. Hace una semana Antonio dejo los departamentos, me ha regalado sus plantas, curiosamente las cuidaba mucho y me sentí alagado. Nunca menciono donde iba, tampoco quise preguntarle, quizá volvía a su ciudad a afrontar las cosas, o bien sabía lo que iba a pasar aquella noche. No le costaba nada tomar un descanso, bien pudo parar en el ultimo pueblo y dormir en un motel barato, apretar una vieja almohada como la hizo otras tantas noches, pero aquella en particular era distinta, el lo sabía… yo más tarde lo supe. Trato de imaginar cómo sus ojos profundos por el sueño se subyugaban en seguir las líneas apenas visibles de la carretera, aguantando el tiritar causado por el viento frio y húmedo que se le colaba por la chamarra, quizá paso por su mente el hecho de acabar con todo y dejar la motocicleta andar hasta que punto podía llegar.
Es interesante como yo pude para aquí por motivos tan distintos, pero aun así compartíamos cierta similitud en la razón de alguna “ella”. Hoy me iré de aquí, realmente quiero despertar en un lugar al que llame casa y sé que me costara ubicar un sitio como ese otra vez. He hecho tantas llamadas, asistido a tantos lugares y escrito tantas cosas como para poder estar con Marlene otra vez, que ya no pienso más en hacerlo e imagino que ella tampoco. Tal vez porque también, como Antonio, he decidido vagar y aunque suene un tanto fuera de lugar, tengo la ventaja que ella, hasta donde alcanza mi conocimiento, sigue con vida… que quizá la vida misma nos vuelva a topar con algún hola que superficialmente suene a cualquiera, pero seguramente volverá a causar un momento en mi memoria. Estoy consciente de que no tirare sus cartas y mucho menos olvidare el cielo de este día, que curiosamente es azul y brillante pero me ha hecho pensar en el que si no el más, un triste pensamiento. He puesto las plantas fuera de la puerta de Antonio quizá alguien de casualidad note su abandono y las adopte... puede que también las aprecie tanto como el alguna vez lo hizo.
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