CANTO A LAS COSAS SIN VIDA.
ELEMENTOS FORMALES INNOVADORES EN ESTE SONETO. Este soneto es parte de un grupo de piezas donde hago innovaciones en la estructura de este tipo de versificación -el soneto- al que considero el príncipe de las letras. El primer elemento nuevo es que está armado de tal manera que en cada estrofa los versos terminan en una misma vocal. Incluyendo el uso de las 5 vocales de la lengua castellana, repartidas en los finales de versos de las estrofas. En los cuartetos, el primero y el cuarto verso riman en consonante entre ellos. También en el segundo y tercero hay rima consonante entre ellos. Pero el par de versos primero-cuarto a su vez tiene rima asonante con el grupo segundo-tercero. En los tercetos ocurre lo mismo. Además, este par de sonetos ensartados en uno contiene otras dos innovaciones formales. Primera: sus versos son de 21 sílabas cada uno. En esto, es completamente nuevo, porque los versos rimados en todas las épocas y lenguas habían llegado solo a 17 sílabas. Segunda: la poesía rimada nunca se había hecho con 3 cesuras (paradas ligeras, marcadas por los grupos sonoros, que realiza la voz al decirlos) y 3 hemistiquios (grupos fónicos que marcan el ritmo y melodía del poema, a los que debíamos inventarles el nombre de trimistiquio) por versos. En este caso de 7 sílabas cada uno. Antes en la literatura, sólo se había trabajado el verso de 2 cesuras y 2 hemistiquios (arte mayor) y de 1 hemistiquio o menos de 8 sílabas (arte menor). He escrito otros sonetos con estas medidas, y también otros que llegan a 24 sílabas, con tres hemistiquios (o trimistiquios) de 8 sílabas cada uno.
Ser como este escritorio, esa silla, esta ropa, mi laptop, la hoja seca,
que no saben si un viento los levanta o los pisa o hechos polvo los deja.
Sin dios ni pensamiento, sin romería ni nada qué pagar en la Meca,
como el jabón van ellos, dejándose gastar sin sonrisa ni queja.
¡Ay, objetos sin vida, qué tiernos son ustedes sin almas y en silencio!
qué sublimes, yo quiero lograr su perfección, subir hasta sus cielos,
ser ciego como el oro, que igual da luz al rey que al esclavo Inocencio,
sin sexo, sin comida, sin dar ni esperar nada del sueño o los desvelos.
Quiero ser como ustedes, ser como tú, retrato, como tú cama inerme;
tan fieles en la espera, tan libres y sin dueño, sin ojos para verme
llegar solo angustiado o alegre con María, con Rosa o con Irene.
¡Árbol seco, yo espero alcanzarte algún día, pasarte y ser rubí,
ir corriendo sin piernas, volar sin cuerpo ni alas a la nada que vi
sin ojos en la noche de aquella muerte hermosa de antes de estar aquí!
Mientras llego a tu encanto, disfruto este deseo de ser piedra en alud,
dejando en rauda onda de ser tiempo que mira este gris cielo azul
huyo de mi memoria sobre una tabla rasa que es mi dicha y salud,
y escapo a los minutos en vuelo de una lira con sonidos de tul,
que de inercia va haciendo las temporales muertes que en verdad son la vida;
a veces yo me pierdo de mí entre cuatro labios ardiendo en ciega pira
y vuela y salta y grita mi cuerpo por ser nada en que todo se olvida,
que me quema y me lleva a orillas del vivir, que de ausencia delira
buscando ese momento de ser un ser sin vida, sin pasión que arrebate,
libre por estar muerto de la vida que tiembla, de la muerte que abate,
feliz noche sin luna, dichoso día sin sol ni ruido que me saque
la imagen que se vuelve pensamiento que hiriendo derrama el carmesí
que inventa esta agonía que alimenta el veneno de la conciencia en sí.
¡Quiero, objeto sin vida, ser feliz sin ser nada, ser sin alma y sin mí!
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