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Marzo 2011. Una historia que surge de la mar......


Camino por la playa que recorro después de mis horas laborales, voy con pasos que marcan la arena, se quedan grabados en ella, donde no llegan los flujos y reflujos, donde solo el viento y el tiempo, la lluvia y otros pasos pueden desdibujar mis huellas.
Otras veces mis huellas son solo acústicas, o se ahogan en el ruido de un viento fuerte, o una manera de llover que suene más que yo.
Todas las tardes, mis pasos me traen de vuelta a la realidad y me despierto aquí, entre sol o nubes, con olor a yodo salobre y caminando junto a mí sombra, que acompaña mis huellas con las suyas.
Hoy las nubes se enredan, sopla un poco de viento de invierno y hace frío, aunque supongo que esta historia se tiene que contar aquí por que si no carecería de sentido y de sentimientos, y su banda sonora son mis propios pasos.
Aquí les conocí, poco a poco.
Nunca los he visto llegar de ningún sitio, no sé de donde vienen ni a donde van, solamente les encuentro paseando por la zona de la playa y sonríen, con sonrisas que parecen olas de mar.
Como ese señor que va por ahí es un tritón, un tritón anciano que pasea acompañado de una bella y joven sirena.
Noto tu desconfianza, sólo que sigamos caminando.
Aquella señora que se acerca, es una concha, preciosa, madura, esta de más decir que la luz se refleja en ella, y que el brillo de su mirada y su risa son incapaces de ocultar que lleva una perla en su interior, y ese señor de bigote, es un viejo lobo marino haciendo ejercicio.
Ahora con malicia sonríes, yo también fui desconfiada, aunque, mira las huellas que hemos dejado hasta ahora mi sombra, tú y yo: borradas.
Con seguridad, recordarás un accidente en el que un barco derramó petróleo al mar y el petróleo llegó a la costa ¿no?
Mira ahora sus huellas: son negras.
Una gota de agua cae en la ventana, mi sombra levanta la vista y mira más allá de las montañas.
La mirada se hace aguda mientras observo un movimiento nada común, a la distancia algo extraño atrae nuestra atención, mi sombra se extraña de la figura que se arrastra como insegura, como herida, avanzando sobre el suelo tristemente; su aproximación a la casa rodante donde nos encontramos será muy pronto, al ritmo de sus pasos, será sólo cuestión de minutos.
El viento que sopla me hace estremecer, me ajusto la bufanda tapándome la nariz y la boca. El café de la mesa continua enfriándose mientras su aroma danza sobre la taza e inunda el espacio.
Limpio el cristal empañado de la ventana y recorro la cortinilla, a lo lejos se observan las nubes que continúan su camino trayendo lluvias.
Los sueños caen como rayos sobre el suelo, el día soleado abandona melancólicamente la playa.
Mi sombra continua a mi lado en la ventana, una frecuente neblina cubre los alrededores.
La silueta ha desaparecido.
La figura extraña que se arrastraba frente a la casa, esta en estos momentos parada dentro de la casa rodante, a su espaldas la puerta abierta, no logro explicarme como logro entrar, tome la precaución de asegurar muy bien la entrada.
Una especie de mano sostenida por un cuerpo rígido de olor fuerte se extiende para tomarme el cuello, no puedo mover ni solo músculo, la impresión y el frío me ha congelado, en el interior de la mirada de esa cosa extraña sólo observo una inmensa oscuridad en forma de desvanecimiento, un grito desesperado se ha quedado detenido horrorizado a la mitad de mi garganta.
Sé que estoy acabada, no hay salida, es el fin.
En mi mente escucho un bostezo.
Mi sombra se ha despertado y voltea para verme dormir...
La vida como es el repicar de una campana, dice mi sombra que trae entre manos un vaso térmico enorme, donde toma café cuando desea iniciar una platica extensa y aburrida, sí, continua diciendo, antes de que yo invente cualquier pretexto para largarme.
El repicar de la campana emite sonidos que se presentan ante nosotros, ahí dentro de nosotros, resuenan las vibraciones del pasado, ahí se escucha las ondas sonoras, que transmiten una vibración que avanzan en el cuerpo.
Resuenan, producen ruido, algunas salen, sin embargo otras permanecen, puedes sentir que llegan algún lugar de tu alma, ahí se depositan los acordes desafinados, el tono, el llanto, un quejido, un sueño tímido.
El sonido resuena vibrando, ahí el sonido y los sonidos toman un descanso para continuar su viaje dentro del cauce ruidoso del cosmos, llevándote a ti en su viaje.
El lugar de su llegada, es el infinito, porqué ahí es donde llegan todos los sonidos para hacerse uno solo, para fusionarse y mezclarse, para cantarse y contarse, para reunirse con todos los sonidos que dentro de nosotros y en los otros, habitan, sonidos que escuchamos y que dejamos escuchar, ahí están, intentando dejarse escuchar entre tanto ruido.
Son esos los sonidos que nacen, y así entre tanto sonido solo se escucha un silencio, sí, sólo un silencio que recuerda a lo eterno, porqué así es el sonido de todos los sonidos que reunidos en un solo lugar producen un silencio sepulcral.
En los limites del cosmos el más brutal de los ruidos gobierna: el silencio.
Así es el sonido y la campana, así la voz y las palabras, así es el sentir que a veces se apaga entre tantas voces, así son los sentimientos que se ahogan entre tantos estremecimientos y que ya no se escuchan o se escuchan tan débilmente que solo asemejan quejidos de un sonido tan extraño como el de los otros.
Calles, autos, silbidos, tonos mal afinados, voces y susurros, cánticos suaves, declaraciones de amor a destiempo, afinaciones postmodernas y una cuerda rota, como aparentando un reciente suicidio.
Ahí están nuestras palabras limando el tiempo, cada frase que se menciono, suaviza y desgasta el tiempo, es decir lo envejece, las palabras de todos han cansado y envejecido el punto universal en el que nos encontramos en este instante, mira alrededor las cosas han envejecido, mira en el espejo tu rostro envejeciéndose de manera tan rápida, si, tal ves no se note, a veces es difícil asumir algunas realidades.
Las palabras desgastan y pulen no solo las emociones, sino también las cosas materiales y así van los anhelos congelados, los sueños capturados dentro una pesadilla equivocada.
Así es el sueño, el sueño y los sueños que asemejan a una serpiente cuando muda de piel, dejan el pasado llevándose solo ellas en si mismas.
Desde BC, mi rincón existencial, donde escribo palabras olvidadas, que revolotean entre tinieblas y fango, cómo alma que lleva el pincel y decora un cuadro de estrellas en los firmamento, palabras, que adornan una historia que surge de la mar ......
Andrea Guadalupe

Texto agregado el 25-03-2011, y leído por 131 visitantes. (1 voto)


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